viernes, 28 de agosto de 2009

Apariencias

Nos despertamos con los primeros rayos del sol de invierno, entrando por la ventana de la habitación. Seguíamos abrazados, tal como nos habíamos dormido la noche anterior, pero un poco pegoteados por el calor de las frazadas y las colchas. Hoy, ahora que lo recuerdo, creo que me gusta despertarme a su lado un poco bastante pegoteados.
En realidad nos despertó el sonido de la alarma de mi celular programada para las ocho de la mañana.
El Profe pegó un salto cuando se disparó la alarma del celular. Ese día decidí cambiarla y, al día siguiente, la música ya era otra. Más suave y tranquila. Más apropiada para mi “Pichoncito”. Sí. Así lo llamo a veces, y a él le gusta. ¿O es que hay una ley que prohíba mimar al hombre al que se ama, tenga la edad que tenga?
Luego de abrir los ojos, nos quedamos en la cama un buen rato, disfrutando de una buena sesión de mimos mañaneros.
Luego nos vestimos, nos lavamos los dientes, la cara, nos peinamos, nos vestimos y bajamos a desayunar.
Entramos al comedor seguidos por la mirada de todas las personas curiosas que el día anterior nos habían estado mirando en la pileta cuando jugábamos, como si fuésemos algo más que padre e hija. Con el Profe solemos reírnos cuando imaginamos lo que pensarán esas buenas personas de nosotros. Se debían exprimir el cerebro pensando que lazo afectivo o familiar nos une.
Como decía, entramos en el comedor y nos ubicamos en la mesita que tenía un cartelito con nuestro número de habitación.


Como era desayuno del tipo buffet, había que servirse uno mismo. Empezamos con nuestra taza de café fuerte y caliente –con el infaltable vaso de leche fría para él– y luego, mientras el profe elegía un trozo de budín marmolado, yo llenaba un tazón con cereales y trozos de fruta.
Comimos tranquilamente mientras por la ventana que daba al parque, observábamos el paisaje y el bello día luminoso que empezaba y que planeábamos aprovechar al máximo.
La encargada del comedor era una señora joven de poco menos de treinta años que estaba muy cerca de nosotros y se encargaba de recibir y atender a los huéspedes y de reponer todo aquello que se iban terminando.
Nos miró y sonrió.
–Buenos días –dijo.
–Buenos días para usted –le contestó el Profe.
Yo le sonreí, con un movimiento de cabeza, y me zambullí de lleno a mi pastiche de cereales mezclados con ananá.
Cuando me levanté a buscar mi segunda taza de café, sonriendo, me preguntó:
–¿Y cómo hiciste con el colegio? ¿Te dejaron faltar para venir acá de vacaciones?
“¿Es que parezco tan pequeña?”, me pregunté, mientras me acomodaba en la mesa.
–No, no, estoy en primer año de la facultad –le contesté–. Tengo dieciocho años...
La chica me miró, boquiabierta, como si no pudiera creer lo que acababa de decirle.
–¿En serio? ¡Parecés mucho más chica! ¡No te daba más de dieciséis años!
Sonreí. Me divierte la inferencia de las personas, que parten de una premisa falsa, y se apresuran a sacar conclusiones.
Y ahí, en ese momento, el Profe –que parecía estar mirando por la ventana hacia el parque pero que tenía todas las antenas alerta–, intervino en la conversación.
–Parece chiquita, querida, pero no lo es. No se deje engañar por las apariencias...
–Emm... Emmm –la encargada del comedor no sabía qué decir. ¡Pobre! La comprendo, es difícil contestar algo ingenioso cuando mi Papi se decide a hablar.
–Sí, está en la facultad, como le dijo, y además es brillante en sus estudios. ¡Y no sabe las cosas que saber hacer mi niña!
El Profe es, cuando quiere, el maestro del doble sentido y de la ambigüedad. Y aunque yo sabía que con eso que decía se refería a otra cosa, la joven ni se imaginaba, ni comprendía.
Me acuerdo que me puse toda colorada y le tiré un patadón por debajo de la mesa para no siguiera hablado, antes de zambullir mi cara en el tazón de cereales con fruta. Es que a veces él es tan desvergonzado...
Por suerte la chica debió pensárselo dos veces y no se animó a preguntar si éramos padre e hija porque eso hubiera dado para que el profe continuara con el juego de palabras con doble sentido.
Claro que, nos imaginamos que como mujer, curiosa al fin, debió haber ido a la recepción –ni bien nos fuimos del comedor–, para averiguar qué tipo de habitación ocupábamos, para disipar sus dudas.
Menuda sorpresa debió haberse llevado, porque desde ese primer día –y aunque nos trató con corrección–, no se le ocurrió hacer más inferencias ni preguntar nada más.

Lolita

12 comentarios:

  1. Me gustaria vivir en una ciudad asi, pequeña y tranquila, donde aun la gente ve con asombro a los demas, vivo en el Paso Texas, aqui nadie mira a nadie

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  2. Estoy deacuerdo contigo, a mi tambièn me hace mucha gracia esa gente que desde premisas falsas toman conclusiones... pero dejalos estar.. mientras tu disfrutes de lo que tienes con tu profe.. el resto de la gente que se entretenga matando el tiempo y pensando.. que al fin y al cabo.. tu lo disfrutas y ellos no pueden ni llegar a imaginarlo.

    Besos

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  3. Está bueno ver lo que parecemos delante de los demás... varias veces fui la "hija" de mi marido a los ojos de la gente.
    Beso

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  4. holas:

    mi caso particular... como ando con cabello largo... dicen que paresco de 22 o 25 años XD... casi 10 años mas jajajaja

    y pues cuando mi madre fue hospitalizada hace poco, estaba en la habitacion del hospital con otra muchacha tambien hospitalizada, yo fui a visitar a mi mama, y pues yo acostumbro a hacerle uno que otro mimo para ayudarla a sentirse mejor, me estuve con ella todo el horario de visitas, y luego me fui...

    Cuenta mi mama que esa noche, la muchacha le dijo a ella que estaba sorprendida... porque: "su esposo es muy jovensito"

    JAJAJAJAJAJAJAJA... de hijo me pasaron a esposo xD... como si tuviera alguna especie de complejo de edipo XD

    sera que si estuviese con Ohime-sama pareceremos hermanitos? xD

    aunque bueno... parece que el profe es peligroso cuando utiliza su sabiduria para exaltar a lolita... eso si que da miedo (en el buen sentido claro jejejeje)

    Un saludo a los 2 ^__^

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  5. holaaaaaaaa!!! Cómo estás? Hoy entre a mi blog y vi un enlace a esta página, no pensé dos veces en entrar... la verdad, los felicito, realmente esta muy buena!
    Esta buena porque considero que muchas veces se desarrollan muchos prejuicios sobre una pareja en la cual existe una gran diferencia de edad, yo hace unos 4 años atrás corte mi relación con un hombre 10 años mayor que yo, no nos dejamos porque no nos amábamos sino justamente porque terminamos por cansarnos de todo el mundo, hoy yo tengo mi pareja (de mi misma edad) y él sigue siendo mi mejor amigo.
    Esta bueno que un tema que muchos no comprenden pero que más de uno habrá vivido o deseado se trate aquí con tanta naturalidad.... los felicito... prometo entrar seguido!!
    besos..

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  6. jajaja lo que le pasa a la gente que se mete en lo que no le importa... jajaja

    deshora.

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  7. Un profe muy ingenioso y el relato de maravillas. Felicitaciones! Un abrazo

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  8. ...Pero mientras, qué tanto habra imaginado esa chica?

    "sera su hija, su nieta, su sobrina..."
    jajajajajajajajaja

    Besitos a ambos

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  9. Coincido con anonimo , en las ciudades muy grandes eso ya no pasa, la gente es en extremo indiferente, nada sorprende, a lo mas una mirada de alguna persona, y al otro instante ya se olvido para siempre de ti.

    Pero como te recomienda Sensaciones, ignora lo que la gente piense, o pienses que se imagina, mientras tu te la pases bien no hay que discutir, ni buscar escandalizar.

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  10. jajaja me encanta cuando una frase tiene doble sentido!
    y me encanta vuestra historia...que desaparezca la gente perjuiciosa y moralista que no entienda que en el amor no hay edad!

    Besos!

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  11. Jajajajaja, este Profe es terrible!!!
    La gente, mi chiquita, tiende a adelantarse a los hechos.
    Después se quieren matar cuando se dan cuenta de su error, como le habrá pasado a esa pobre mujer y encima el Profe no se lo facilitó con su doble sentido, jajaja!!!

    Besos a ambos, los quiero mucho!!!

    Lolis, te dejé mensajito.

    Los quiero mucho!!!!

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  12. Dominique Swain tenia 17 años cuando hizo de Lolita,

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Lolita y El Profe