–¿Sabés Loli? Ayer no te dije nada pero estaba muy triste. Ya no quiero estar más acá, me siento muy solo. A la noche me dio una congoja, que...
–¡Mi vida! No me digas eso... ¿Pero por qué?
–Porque me agarra la angustia y siento que te extraño mucho. Quiero estar todos y cada uno de los días a tu lado, y el tiempo se nos pasa rápido. Me quiero ir para Córdoba...
–Lo sé, yo también quiero que vengas.
–Pero tengo que juntar mucho dinero, para la mudanza y demás.
–Gordi...
–¿Qué, Loli?
–¿Sabés qué pienso?
–A ver...
-Que ya no tenemos que perder más tiempo. Sé que es complicado decidirlo de un momento para otro, pero ya vas a ver que se puede. Vos no podés seguir viviendo allá. Yo creo que tenemos que jugarnos y hacer todo lo posible para que estés acá... ¡El mes que viene!
–No, Loli, el mes que viene es muy pronto no voy a llegar con todo, tengo mucho trabajo que terminar... además que hay que organizarse, juntar el dinero, vender muchas de las cosas que tengo y que ya no me sirven...
–No te pongas límites, Gordi. Vos sabés que yo estoy para lo que necesites, que te voy a ayudar y apoyar en todo. Si vos hoy me decís que querés venirte en diciembre, yo ya me pongo a buscarte un lugar donde vivir. Sabés lo rápida que soy para algunas cosas.
–Si, mi amor. Es que...
–Dale, lo vamos a lograr. Yo tengo un dinero ahorrado de manera que si creés que no llegás a juntar todo lo que tenés pensando, disponés del mío.
(...)
–¿Gordi? ¿Qué pasa? ¿Por qué te quedaste callado?
–Es que... no sabés la emoción que me da escucharte decir eso... Nunca antes alguien me había demostrado tanto amor.
–Es que de eso se trata, Gordi. De ayudarnos y darnos alegrías y felicidad mutuas. ¿Cómo no voy a hacer esto por vos si tengo las mismas ganas de que estés acá todos los días?
–¡Ay, Loli...! ¡No sabés cómo me late el corazón de escucharte hablar así!
–¿Te imaginás lo que va a ser poder vernos siempre y que ya no exista el momento triste de la despedida? ¿Tenés idea lo lindo que va a ser planificar los días juntos, divertirnos, salir a pasear, y festejar de a dos nuestros aniversarios en vez de hablarnos por teléfono? ¡Quiero que para las fiestas ya estés acá!
–¿Sabés? Nadie como vos me da tanto entusiasmo y ganas de hacer las cosas... Me voy a poner ese objetivo de estar en Córdoba, como mucho, para los primeros días de enero.
–¡Así me gusta! ¡Qué contenta estoy! ¡Qué lindo va a ser ese día que llegues para no volverte a ir!
–De sólo pensarlo, me causa mucha emoción... Me imagino viviendo un departamentito en la ciudad de Córdoba, caminando por esas callecitas que recorremos y llevándote de la mano. Yendo a buscarte a la facultad, o esperándote con la comida para que almorcemos juntos, y con un ramo de jazmines...
–¡Sí, mi amor!
–Cuando estemos juntos, te voy a hacer conocer al hombre que puedo llegar a ser todos los días cuando estoy con la mujer que amo.
–¡Pero a ese hombre ya lo conozco!
–Si, pero hay muchas sorpresas que no te pude dar o muchos detalles que aún no pude tener... pero ya vas a ver cómo te voy a sorprender cada día.
Esta fue la conversación que tuvimos con el Profe hace una semana.
Tal como leyeron, juntos tomamos la decisión de que ya era momento de estar más cerca y compartir juntos más tiempo. Después de tres años, nos dimos cuenta de cuánto nos extrañamos a la distancia y cuánta falta nos hace estar el uno con el otro.
Es cierto que hay que arreglar muchas cosas en poco tiempo, pero si Dios quiere y la suerte nos echa una mano, en algunas semanas El Profe estará viajando hacia la capital cordobesa para establecerse aquí y empezar una nueva etapa en su vida, junto a mí, su amada Loli.
¡Qué feliz que estoy!
Lolita