sábado, 31 de enero de 2009

Preferencias

No hay cosa más dulce que mirarlo cuando se despereza a la mañana entre las sábanas arrugadas y se levanta despeinado, cuando me abraza entre sueños en medio de la noche y se duerme apoyado en mi pecho y a merced de mis caricias...

No hay nada más lindo que caminar de la mano en una noche serena, hacer el amor con la luz de la luna filtrándose por la ventana y quedarnos mirando películas en la cama hasta tarde.

Nada puede compararse al placer de besar su cuello cuando tiene puesto el perfume que más me gusta, a darle de comer con mi tenedor en la boca como a un bebé, a abandonarme a las sensaciones que me generan sus manos recorriendo mi cuerpo...

No hay nada más conmovedor que verlo llorar sin querer, que percibir su tristeza cuando se queda callado y pensativo y sentirlo dañado o herido en el corazón.

No hay nada más excitante que percibir el deseo que siente por mí, la pasión con que besa mis labios, la delicadeza con que me acaricia el cuerpo y la maestría con la que me hace el amor.

No hay nada más sencillo que amar a este hombre mayor, entregarle el corazón y desear que esto dure para siempre.

Lolita

viernes, 30 de enero de 2009

Sentimiento de Lolita

Lo amo desde que lo conocí, desde que miré sus profundos ojos, acaricié sus manos y besé sus labios por primera vez, desde que supe que era para mí, que era como yo, que nos complementábamos a la perfección.

Lo amé desde el primer día, conociendo su historia pasada, sus heridas abiertas, su experiencia vivida, sus alegrías y tristezas. Lo amé aceptándolo tal cual era y sin pretender que fuera diferente.

Lo amo porque es un hombre maravilloso, porque es paciente, comprensivo, cariñoso, dulce y soñador, porque se preocupa por mí, se compromete y me escucha con atención, interés. Porque me respeta, porque confía en mí y me ama como soy y me hace sentir hermosa dondequiera que esté.
Lo amo porque tiene el corazón noble y generoso, porque se muestra indefenso, auténtico y se entrega vulnerable como niño a mi amor, porque es sensible y no se averguenza de llorar en mis brazos.
Lo amo cuando me contagia su risa, cuando me dice cosas bonitas al oído o me toma de la mano mientras caminamos por la calle.

Lo amo cuando tiene detalles conmigo, recuerda lo que alguna vez le dije y tiene en cuenta mis gustos y preferencias.
Lo amo por ser como es, por el interés que pone en mí, el cariño y la ternura con que me trata y porque hace que me sienta libre.
Lo amo con locura, con pasión, con intenso sentimiento, con entrega, con veneración, con entusiasmo adolescente, con libertad, con sinceridad y dedicación.
Lo amo sin límites, sin fronteras, sin horizontes, sin tiempo y espacio, sin condiciones ni acotadas razones.
Lo amo para ser y hacerlo feliz, para no abandonar la magia de este sueño, para que mi corazón pertenezca al hombre correcto y para que ambos gozemos del privilegio del verdadero y profundo amor.

Su amor ha transformado mi vida, ha dejado impregnada mi alma y mi corazón de los más bellos sentimientos y emociones. Su amor me redime, endulza toda mi existencia, me da un motivo para vivir alegre, me conmueve y me ayuda a ser cada día más feliz.

Y con todo esto, ¿cómo no amarlo? Si es el hombre que siempre soñé...

Lolita

Foto: Sacha_Hüttenhain

Lo que provoca en mí

Cuando siento que su cuerpo se aproxima al mío, me invade una oleada de alegría, nerviosismo y excitación, todo junto y mezclado.
Me acaricia con suavidad, me recorre con manos de seda, se detiene a besar los sitios de mi cuerpecito de niña que él sabe que son más sensibles a sus labios, y puedo sentir cómo me recorre un escalofrío de pies a cabeza.
Se me eriza la piel. Es la respuesta al estímulo de su respiración sobre mi labios.
Busca mi boca para dejarla impregnada de pasión. Mi sangre entra en ebullición, los latidos de mi corazón se aceleran y me parece escuchar cómo retumban en mi cabeza.
Me enloquece, me altera por completo los sentidos, me transforma, me hace perder la razón, la sensatez y la cordura. Me despierta el desenfreno, la desmesura, el desenfado.
Me toca, me palpa, me roza, me enamora, me atrae, me hechiza, me seduce, me percibe, me estrecha, me excita, me ama y yo siento que se me corta la respiración.
No puedo evitar percibir que mis instintos explotan, en mi cabecita atravieso el límite del ensueño. Mi imaginación se dispara, mis sueños se materializan y se hacen realidad.
Él es el maravilloso hombre que me hace sentir que no existe el tiempo, que no hay fronteras para el amor, que en momentos como ése, sólo se trata de experimentar, de sentir y abandonarse al placer.
Es toda mi fantasía hecha realidad, mi anhelo palpable, mi hombre mayor satisfaciendo todos mis deseos, y mi más grande ilusión descansando a mi lado, después del amor.

Lolita

Foto: Victor Ivanovski

jueves, 29 de enero de 2009

Esperándome

Sé que estás ahí, junto a la puerta, atenta y expectante, esperando el momento cuando me escuchas llegar.
Te conozco, Lolita. Sé que te fascina pillarme desprevenido, esconderte en los placares para que te busque y tomarme por sorpresa, apareciendo de golpe para saltar y colgarte de mí, entrelazar tus brazos en mi cuello y tus piernas en mi cintura, para besarme con toda la boca, como sólo tú sabes hacerlo.
Calculas la hora exacta que llego y te disponesn para recibirme: sólo te dejas puesta la pollera tableada y tu piel. Tienes bien en claro cómo seducirme y qué es lo que esperas conseguir haciéndolo.
Creativa como eres, y para tomarme de improvisto, nunca repites dos veces lo mismo.
Pero es tanto lo que te deseo cada día, que te intuyo, te adivino, te percibo del otro lado de la puerta... y, como cada noche, dejo que me sorprendas sólo porque me fascina la voluptuosidad y el entusiasmo que despliegas en el juego.
Te lo confieso, cada día anhelo que estés allí... esperándome.
Nunca antes me habían recibido así, dalo por seguro.

El Profesor

Foto: LooK


Pedido especial

Que la eternidad nos de la oportunidad de continuar con este amor y que el "siempre" comience a existir para nosotros, si no es mucho pedir.
Que la vida pueda darle el último adiós a nuestras dos almas juntas y que la muerte desde ahora se acostumbre a que no queremos separarnos, no deseamos sufrir la soledad y nos resistimos a recorrer el camino solos.
Que si yo debo irme antes que, no olviden avisarme con anticipación, para gastar mis últimos suspiros en su compañía y disfrutar de su presencia durante la cuenta regresiva. Pero si es él quién debe partir primero, guardenlo en secreto. No quiero saberlo, para no desaprovechar tiempo adelantando duelos.
Que si somos privilegiados y en la lista figuramos para el mismo día, que recurden tener reservada una habitación para dos y sepan que él siempre necesita un buen vaso de leche fría al despertar por la mañana.
Que si no está muy ocupado el complejo celestial, nos den un cuarto con salida al jardín, para que por las noches nos escapemos a caminar de la mano por el césped húmedo mientras contemplamos las estrellas.
Que me escuchen, que me tengan en cuenta, ya que si tuve que esperar dieciseis años en encontrarlo, tenga la perpetuidad de la vida para amarlo y conservarlo a mi lado.


Lolita


Foto: Eldor Gemst

A contraluz

Es una imagen que nunca se va a borrar de mi memoria. Hoy, todavía, cierro los ojos y me parece verla.
Yo estaba tendido de costado, en las sábanas blancas arrugadas, que mostraban las huellas de la reciente pasión desplegada.
Ella se levantó de un salto y fue al baño, encendió la luz y en ese momento la vi, parada frente al espejo de la toilette, atándose el pelo en una cola de caballo.
Su figura se recortaba, de perfil y a contraluz. Los brazos levantados, el cabello cayendo en cascada sobre la espalda, la goma para el pelo entre los dientes y sus manos de dedos largos y finos recogiendo el pelo, uniendo los mechones.
Todavía hoy, después de transcurridos tantos días, me parece ver su silueta a contraluz. Los pechos pequeños, la cintura sinuosa, su grupa erguida, sus muslos plenos, sus piernas torneadas como por un artista, los pies descalzos.
Debió haber intuido que la observaba porque volteó la cabeza de lado y miró hacia la penumbra del cuarto.
–¿Qué ocurre, mi cielo? ¿Por qué me estás mirando? –preguntó, con esa voz grave que sólo aflora cuando se produce la maravillosa transformación de niña en mujer.
Recuerdo que la emoción me embargó al ver tanta belleza, tanta perfección y tanta sensualidad en su cuerpo adolescente y en ese gesto común y cotidiano.
–¿Te pasa algo? –insistió, al ver que no le respondía.
–Sí –le dije–. Eres tan hermosa, mi chiquita, que me cortas la respiración.
Ese fue el día en que me di cuenta que la amaba.

El Profesor

Foto: Sergiusz Mitin

miércoles, 28 de enero de 2009

Seduciendo a mi profe

Me rocojo el cabello en una cola alta de caballo.
Me pongo unos shorts blancos y ajustados que le provocan suspiros.
Cruzo una pierna sobre la otra cuando llevo puesta una pollera corta de jean para que se sienta tentado de acariciar mis muslos.
Dejo que me observe, encantado, cuando me pongo labial rojo y rubor en las mejillas.
Hago globitos cuando mastico chicle, porque sé que le resulta simpático.
Hago ruido cuando camino con mis sandalas de taco porque eso me hace más femenina y sé que a él le gusta.
Lo miro con una sonrisa pícara y ojitos traviesos cuando quiero que me mime y me haga unas caricias más íntimas.
Bajo la mirada y juego con mis pestañas cuando necesito que haga algo por mí. En síntesis: le hago una caída de ojos que lo derrite.
Me pongo frente a él y lo abrazo por detrás del cuello cuando quiero que me bese en los labios.
Me río, turbada y como si fuera una nena sorprendida en una travesura, cuando se adelanta a mis actos y adivina mis intenciones.
Seduzco a mi hombre mayor todo el tiempo. Ser Lolita es todo un desafío, aunque es más natural y espontáneo para quienes nacimos con ese don.
Y me gusta hacerlo.
Necesito conquistarlo cada día. Quiero que le ocurra lo que a mí, que cada amanecer me sorprende aún más enamorada que ayer.

Sé que él adora mis intentos de parecer mayor, mis expresiones de niña y mis instintos de mujer. Sé que enloquece ante mis demostraciones de sensualidad, ante mis sonrisas picaronas y mis ocurrentes travesuras.
Sé que delira ante mis exhibiciones de renovada pasión, mi frenesí de adolescente enamorada y mis destrezas que aprendí con él.
Percibo que se emociona con las sorpresas que le preparo, con los besos que abandono en sus labios y con mis confesiones profundas de amor en las noches de desvelo.
Me doy cuenta que queda azorado y enternecido cuando despliego todos mis encantos, cuando lo miro entre seductora y traviesa o cuando le prodigo algunas de esas caricias extremadamente provocativas.
En fin, ahora que lo pienso bien, no es tan complicado seducir a mi amor.

Lolita

Foto: Stanislav Luchaninov

martes, 27 de enero de 2009

Ella es así

Inteligente, regalona, tenaz, mimosa, habilidosa, divertida, sensual, creativa, decidida, aplicada, incansable, cariñosa, animada, expresiva, madrugadora, ardiente, estudiosa, ocurrente, valiente, constante, atrevida, menudita, intuitiva, fantasiosa, ordenada, suave, persuasiva, dulce, imprevisible, incitante, movediza, compradora, antojadiza, tierna, aniñada, original, excitante, pudorosa, inquieta, hacendosa, curiosa, parlanchina, atenta, dispuesta, pícara, auténtica, entusiasta, fresca, reflexiva, emprendedora, audaz, voluptuosa, diplomática, apetecible, osada, cordial, esforzada, risueña, amorosa, imaginativa, sensible, inquisitiva, sorprendente, ansiosa, deslumbrante, sincera, juguetona, complaciente, brillante, exultante, apasionada, femenina, elástica, irresistible, incondicional, pragmática, soñadora, deliciosa, conciliadora, seductora, efervescente, noble, desenvuelta, vital, hermosa, inagotable, preguntona, consecuente, bonita, temperamental, impaciente, contestataria, virginal, demandante, previsora, sagaz, aventurera, prolija, coqueta, afectuosa, optimista, golosa, delicada, diligente, voluntariosa, vehemente, trabajadora, esperanzada ... y muy traviesa.
Ella es... Lolita.

El Profesor


Foto: © Antonio Mazzone

lunes, 26 de enero de 2009

Plegaria

Que el transcurso de los días no deterioren su cuerpo ni se apropien de su vitalidad y su energía.
Que las circunstancias no le deje marcas indelebles. Que los inviernos no hagan estragos en su salud, que los años no se apoderen de sus recuerdos.
Que las noches no acumulen sombras que pasen desapercibidas detrás nuestro.
Que el derrotero de la vida no me quite mi primer amor, que no se robe mi felicidad, que no apague los latidos de ese corazón que aprendió a armonizar con el mío...
Que el tiempo sea generoso. Que haga para nosotros una excepción.
Que la llegada de los otoños por venir no marchiten mis esperanzas e ilusiones.
Que la muerte tenga en cuenta al amor y se mantenga alejada durante muchas décadas. Que no me haga sufrir, que no me haga derramar lágrimas ni me deje extenuada de nostalgias y prisionera de la melancolía.
Que las horas no me quiten mis encantos de niña y mi sensualidad de mujer.
Que no me despojen de mi aspecto de Lolita, que a él tanto le gusta.
Que no hagan desvanecer en mi corazón el amor que le tengo. Que no adormezcan toda la pasión que le entrego y que no diluyan el sentimiento que le reservo.
Que me permitan llevar siempre en mi cuerpo las marcas de su amor, sus besos dulces y las profundas huellas de su devoción.
Que tenga un largo trecho de camino para amarlo lo suficiente, para llevarlo de la mano, para hacerlo feliz, para verlo reír una y otra vez y para escuchar la dulce melodía que es para mí su voz, cuando me dice Te Amo.

Que el tiempo nos otorgue el privilegio y no pase para nosotros...

Lolita

Todo lo que hace por mí

Me besa los deditos de los pies con cariño, uno por uno y después me pinta las uñas con esmalte transparente.
Cuando se lo pido, me peina el pelo con suavidad y sin tironear.

Me acompaña a comprar pantaloncitos cortos que me hagan más sensual y para que luzca mis piernas.
Me regala perfumes franceses que combinen con mi piel.
Cuando tengo sed, me compra mi gaseosa preferida. En invierno, todos los días me trae el chocolate que más me gusta. Cuando salimos a almorzar afuera sé que de postre, me va a comprar un helado. Y nunca, nunca, se olvida de mis barritas de cereal para el desayuno.
Me acomoda la silla para que me siente, me abre la puerta para que pase adelante y me sirve la bebida cuando estamos comiendo.
Me enseña todas las cosas que desconozco y me interesan.

En verano, para que me sienta una mujercita halagada, me compra jazmines.
Cada vez que se lo pido, me llama por teléfono para conversar.
Cuando no tengo ganas, le hago un mohín y me lava las bombachitas.

Me regala lapiceras de tinta que vienen en estuches elegantes porque le gusta mi letra manuscrita.
Cuando vamos juntos al parque de diversiones, se entretiene y se ríe tanto como yo.
De vez en cuando, me escribe cartas de amor, expresando sus sentimientos y diciéndome cosas muy lindas.

Todo esto y mucho más hace por mí...

¡Hasta me va a buscar a la escuela!

Lolita

domingo, 25 de enero de 2009

Lo miro cuando duerme

Lo miro con ternura cuando duerme.
Está tendido de costado, entregado al sueño,
está cansado después del tiempo que se nos fue
entre los besos... y el amor.

"Duerme, mi amor duerme", le susurro al oído.
Y le deseo que descanse, que tenga paz.
Tiene el cabello revuelto, una pierna estirada,
la otra recogida, un brazo extendido
y una mano debajo de la almohada.
Lo puedo ver por la luz de luna que se filtra por la ventana.

Le hablo bajito aunque sé que no me escucha.
"Duerme, amor mío", le susurro al oído.
Le digo que voy a estar siempre aquí,
que el amanecer me va a encontrar a su lado,
amándolo más que ayer, más que hoy.
Le agradezco haber llegado a mi vida.
Después de haberlo conocido, ya no puedo dejar de creer en el amor.
Le confieso que es toda la dulzura que mi corazón necesitaba,
que es mi sueño de amor hecho realidad.

Me acerco y le beso la frente.
Duerme, mi dulce amor. Voy a amarte hasta el último día.
Hasta más no poder.

Finalmente, me acuesto y me hago un bollito junto a su cuerpo cálido.

Lolita

Foto: Natasha Gudermane

Mi profesor

Fue él quien descubrió toda mi pasión,
quien me mostró la cara más bonita de la vida,
y me privilegió con toda su experiencia.
Olvidó su edad y las diferencias generacionales
y se hizo como un niño para reírse y divertirse a mi lado.
Se entregó a mis brazos, vulnerable, para que yo cumpliera
mi propósito de sanar heridas de años pasados.
Fue quien se atrevió a jugarse por mí,
a creer nuevamente en el amor,
a confiar, a superar el temor a los daños del alma,
a mostrarse tal como era, como es.
Tal como podía ser, cuando se sentía amado.
Tal como quería ser, con una mujercita como yo.

Lolita

sábado, 24 de enero de 2009

Deseo de Lolita

Tengo muchos sueños, anhelos y deseos.
Si fuera posible cumplir con todo lo que se pide,
si se concedieran todas las necesidades y los profundos deseos del corazón,
YO...

Pediría que nunca lo alejen de mi lado,
que el tiempo no se lleve a mi amor,

que el destino no me rompa el corazón,
que la vida le de mucha tregua para estar conmigo.


Pediría poder pasar cada uno de mis días con él,
ir juntos a todos lados, acompañarnos siempre,
tener la posibilidad de cumplir
esos pequeños
y grandes sueños que imaginamos,
y hacer realidad una larga historia de amor.


Pediría que nunca se nos muera el amor,
que no perdamos la pasión,
que no se nos olvide la ternura en los gestos,
y que siga presente en nosotros ese deseo de
hacer el amor todas las noches.


Pediría poder vivir enamorada de él.
Pediría capacidad para darle toda la felicidad
que se merece.


Pediría bolsas llenas de besos para ofrecerle cada día.
Pediría que si se marchita y muere su vida...
La muerte elija el mismo día para llevarnos a los dos.



Lolita

Foto: Inez Photoimagem

El hombre que no esperaba...

El que ya había pasado más de la mitad de su vida.
El que vivía solo, no se divertía y sólo se dedicaba a trabajar.
El que ya no esperaba nada.
El que nunca se cansaba de aprender y enseñar, de leer e investigar.
El de la curiosidad insaciable.
Ése es el hombre que yo conocí un día.

Jamás sospeché que iba a enamorarme y a amar con todo el corazón, a un hombre de años vividos, de adolescencia perdida en el tiempo, de conocimientos acumulados y de gran experiencia adquirida.

No creí que iba a quedar apasionada con el hombre al que le cuesta abandonar la cama a la mañana, el que no puede empezar su día sin un vaso de leche fría, el que se baña con esponjita rosa, el que no sale sin su atado de cigarrillos y sus pañuelos para la nariz...

No imaginaba que me dormiría por las noches deseando al hombre que a veces se tropieza en el cine, al que le salen ampollas cuando usa zapatos de mala calidad, al que le cuesta subir y bajar de los autos pequeños y el que siempre toma al menos una o dos pastillas por día.

Sin embargo, a mi me gusta porque es libre, espontáneo, auténtico. Sabe reírse de sí mismo, me divierte, es parecido a mí. ¡Es una dulzura de hombre..!
Me gusta porque sabe responder todas mis preguntas, es inteligente, se viste a la moda, es delicado, es sumamente atractivo, es sensible, sincero y compañero.

Es el hombre que no esperaba, que no imaginaba, pero que siempre soñé... y confieso que nunca, nunca, me sentí tan feliz.


Lolita

viernes, 23 de enero de 2009

A mi hombre le gusta...

Sé que le gusta que me ponga pantaloncitos cortos blancos, remeras con brillos y sandalias en los pies.
Sé que le gusta que use polleritas de jean, musculosas de colores y tacos altos.
Se que le gusta mirarme cuando me ato el pelo en una cola de caballo.
Le gusta que tenga el aroma al perfume que me regaló, que coloree mis labios de rojo y que me ponga aritos en la orejas.
Le gusta que use bombachitas de nena, con dibujitos y puntillas de vez en cuando...
Se sonríe cuando cruzo las piernas como mujer o cuando le rozo las rodillas con mi muslo por debajo de la mesa...
Le gusta cuando me pongo mis anteojos para ir al cine o ver televisión.

Le gusta leer conmigo mis revistas de adolescente.
Le gusta que vaya corriendo a abrazarlo cuando llega.
Le gusta que le haga libritos con hojas de colores, escritos con frases, poesías, cartas, dibujos y figuritas.
Le gusta que le haga regalitos usando mis manos y mi habilidad para construirlos.
Le gusta que me saque fotos para él.
Le reconforta que le mande un mensaje en las noches en que está especialmente mimoso...
Sé que le gustan mis abrazos de oso, mis caricias suaves, mis chistes creativos y espontáneos y mis besos húmedos.


Lolita

jueves, 22 de enero de 2009

A veces el amor cuesta...

Mis amigas se enamoran de chicos de su edad.
Mis hermanas se sienten atraídas por jovencitos de su generación.
Los adolescentes forman parejas entre ellos.
Pero yo me enamoré de un hombre varias décadas mayor.
Y es complicado. Hay que ser muy valiente, decidida y estar segura de lo que se quiere.
Las Lolitas tenemos que pagar un alto precio por elegir el camino más difícil.
Tenemos que asumir los riesgos, prepararnos para lo que pueda suceder, saber que alguna vez podremos sentir dolor...

Debemos ser responsables y además, saber cuidar al otro.
Debemos estar atentas y mantenernos fuertes frente a las críticas, reproches y embestidas de la familia, frente a los prejuicios de las amigas, amigos y conocidos, y frente a los dedos acusadores y las miradas de extrañeza o incluso de desprecio de la sociedad en general.

Pero cuando uno siente que lo que le colma el corazón es puro amor por el otro, por el hombre que te roba suspiros y te enciende de alegría la mirada, se prepara para esto y mucho más.
¿Se sufre si uno no se siente libre? ¿Cuesta? ¡Por supuesto! Especialmente al comienzo.
Pero yo pagué el precio con gusto y lo volvería a pagar con tal de ver a mi amado hombre feliz, con tal de ver su amplia sonrisa y sus ojitos alegres, con tal de sentir sus caricias y besos, con tal de verlo divertirse, disfrutar y sentirse vivo como quizás hace años no lo sentía.
Elegiría pasar por todo lo que pasé, con tal de seguir escuchando
cómo de sus dulces labios se desprende un “Te amo, mi chiquita”

Lolita

Lolita bien instruida

Me enseña, me muestra, me educa.
Me guía por los senderos del amor,
del placer, del encuentro, de la pasión.

Me conduce, me transporta a otra dimensión,
Me forma, perfecciona mi técnica, me da lecciones
acerca de la vida, la pareja, el amor, el sexo.

Me ilustra acerca del qué, el cómo, el cuándo.
Me dice lo que necesito saber.
Me cuenta de su experiencia y me la demuestra con sus actos.

Me explica por qué sucede eso, por qué yo siento esto, por qué a él le pasa aquello...
Me prepara para el amor y el torrente de sensaciones y emociones que se experimentan al practicarlo.
Me despliega todas sus habilidades adquiridas durante años, para que mi cuerpo disfrute.
Me regala más de medio siglo de práctica en un sólo momento mágico.
Me provoca maravillas, me altera los sentidos.
Me hace estremecer, me enloquece.
Me emociona, me pierde, me desata.
Me genera gozo, placer, sensaciones fuertes.

Y yo... Yo lo dejo hacer. Simplemente lo miro mientras suspiro, casi sin aliento, cuando me llama "Frutillita" y le permito continuar...

Lolita

miércoles, 21 de enero de 2009

En el mejor momento...

Me encontró cuando mi piel emanaba frescura e inocencia,
cuando mi cuerpo era aún territorio vírgen e inexplorado,
cuando mis horas transcurrían en la escuela.
Cuando mi edad vivía su plena adolescencia,
y mis días de vida no sumaban ni seis mil.

Lo conocí cuando aún no sabía qué era el amor,
cuando mi cuerpo nunca había tenido dueño,
cuando mis labios inexpertos no conocían el sabor
de los más apasionados besos.

Me enamoré de él cuando no acostumbraba
relacionarme con varones.
Cuando el único compañero de cama
era un osito de peluche,
y cuando mis labios pronunciaron por primera
vez éstas palabras: "Sos el amor de mi vida".

Me hizo suya cuando no tenía experiencia
en el encuentro y la fusión de dos cuerpos,
cuando mis ojos y mi mirada de niña
eran ajenos a la desnudez de un hombre
y al placer de las caricias más íntimas.

Me empezó a amar cuando estrenó mis labios,
cuando probó del néctar de mi carne,
cuando vio surgir de mí tanta pasión, tanta ternura.
Me amó aún más cuando comprobó que era su otra mitad,
que era hábil en el arte de amar,
y que mi pequeño corazón ya le pertenecía por completo.

Lolita

martes, 20 de enero de 2009

Mi dulce profesor

Lo miro cuando se afeita por las mañanas y cuando se lava el cabello bajo la ducha.
Lo escucho cuando me cuenta anécdotas de su adolescencia.
Lo espero, paciente, cuando le cuesta levantarse de la cama y comprendo que tenga esos ritos arrastrados durante años.
Me río para mis adentros cuando se queda atascado en algún lugar o cuando tropieza por no mirar por donde camina... a veces es torpe, el pobre. Por eso, cuando se siente cansado de caminar, lo espero y cuando ya tiene ganas de dormir, le hago mimos hasta que se entrega al sueño.
Lo escucho cuando me canta esas canciones románticas clásicas. Lo consuelo y lo calmo cuando lo atacan pensamientos tristes. Lo aliento a que me hable acerca de sus sentimientos.
Y ni siquiera me molesta que use... ¡dentadura postiza!
Ya Aprendí cuáles son sus gustos, su número de la suerte, las comidas que más le agradan y su chocolate preferido. Qué cosas le hacen mal, que palabras lo hieren. Aprendí qué medicación toma, cuáles son los lentes para ver de lejos y cuáles para ver de cerca... y que necesita un vaso de leche fría con una aspirina antes de comenzar a tomar su desayuno.

Me enteré cuál fue su primera experiencia sexual, cuál era el nombre de sus mujeres, adónde vivió, por cuáles lugares viajó, cómo se llaman sus hijos y sus nietos.
Descubrí por qué es tan prolijo, por qué trata tan bien a las mujeres, por qué le gustan los sábados a la mañana, por qué lleva adelantado el reloj diez minutos, y por qué no le gustan las palabras absolutas.
Sé que le gustan los jazmines, los buenos vinos, los perfumes franceses, la ropa fina, la música clásica, las películas de todo tipo, los relojes caros, la historia, la filosofía, la novela, el cine y los momentos compartidos conmigo.
Me deja que lo depile, que lo peine, que lo ayude a vestirse, que le haga masajes y hasta me deja que... ¡lo bese con la boquita pintada!
Acepta jugar a la “guerra de almohadas”, a la lucha libre en la cama grande (y el que se sale del ring es un cagueta), a buscarme cuando me escondo en el placard, a ir conmigo al parque de diversiones.
Sin embargo, no le gusta que lo tironee a la mañana para que se levante, que le hable fuerte cuando recién se despierta y apenas abre un ojo, que le haga demasiadas cosquillas, que le esconda los cigarrillos y que le aleje el pan en los restaurantes para que no picotee.

Mi hombre tiene la sonrisa luminosa, los ojitos brillantes, la piel suave, el cabello abundante, la espalda ancha, las piernas musculosas, la voz grave y las uñas prolijamente cortadas.
Me gusta escucharlo reír, llevarlo a caminar de la mano, verlo disfrutar de algo, hacerle regalos, sentir su perfume, verlo dormir, sentir que me abraza por detrás.
Me gusta porque sabe reírse de sí mismo, de sus torpezas... me gusta cuando imita a alguien, cuando hace caras graciosas, cuando inventa sobrenombres y bromas creativas, me gusta cuando se pone traje y pantalón de vestir.
Admiro su generosidad, su grandeza de espíritu, su capacidad de escucha y de reflexión, su poderosa inteligencia.
No aparenta la edad que tiene. No posee el menor signo de vejez. En la intimidad es juguetón como un niño, apasionado como un joven y hasta puede ser más dulce e inocente que un bebé.
Me inició en el sexo y desde el primer día, me fascina cómo me hace el amor.
Frente a los demás es hablador e inteligente. A solas conmigo es suave, tierno, atento y cariñoso.
Yo lo veo joven y vital. Lo veo divertido. Espero que tenga mucha vida por delante... para vivirla conmigo.

Lolita