jueves, 29 de abril de 2010

Estrategias contra envidiosos

La envidia es mil veces más terrible que el hambre,
porque es hambre espiritual

LEONARDO DA VINCI



Hace unos meses había leído en La Nación, una nota acerca de la envidia de Jorge Fernández Díaz, director del suplemento ADN de ese diario, en la que propone la utilización de doce estrategias a utilizar frente a un envidioso. Veamos.
Ante un envidioso:
1) Rebajarás tus éxitos. Le harás saber todo el tiempo que te va mal y buscarás su solidaridad en la mala.
2) Le darás a entender que él está por encima de vos en carácter y en talento, y que lo admirás sin desmayos.
3) Sugerirás con el cuerpo y la palabra que él es tu jefe y vos, su subordinado.
4) Exagerarás tu autocrítica: literalmente, despedazarás tus propios logros, relativizarás tu pericia y adjudicarás todo el tiempo tus aciertos a la suerte.
5) Profetizarás tus inminentes fracasos una y otra vez.
6) Estarás muy atento a lo que el envidioso haga y saludarás la mínima acción positiva. No sólo le celebrarás los goles; también le festejarás los laterales y los córners.
7) Te comunicarás con él por medio de la lástima, destruirás a sus enemigos y buscarás su complicidad para hablar mal de terceros. Como se sabe, nada cohesiona tanto como el odio. El odio es más fiel que el amor.
8) Le dirás de vez en cuando que lo envidiás. Pero que lo envidiás sanamente.
9) Lo acostumbrarás a ser vulnerable al elogio. Y lo elogiarás siempre.
10) Nunca bajarás la guardia: al envidioso la envidia le brota espontáneamente, y podés pasarla mal.
11) Te alejarás lentamente y nunca le darás la espalda. Y lo más difícil de todo: no te contagies. La sustancia del envidioso es altamente contaminante.
12) Un envidioso construye una cadena de envidias. En un grupo, un envidioso es como una manzana podrida. La envidia es una lepra que no se cura. Y por favor: no le envidies nada al envidioso. Es un pobre infeliz. Y lo sabe.


Viene a cuento de una conversación que tuvimos con Loli en estos días.
–¿Qué la puede llevar a entrar todos los días a leer, como una chusma, Gordi? ¿Qué placer puede producirle?
–Dos cosas, Loli: la envidia y el deseo morboso de leer que algo anda mal entre nosotros.
–¿Envidia? ¿Qué nos puede envidiar? Si ella tiene de todo, Pa. No tiene problemas con gastos, pela una de las tarjetas que tiene y ya está... piso en Las Cañitas, casa en La Tablada, su auto...
–Ese no es el caso, Loli.


– Pero mirá esta foto, Papi, la del living... ¿Cómo alguien que tiene un departamento así en Mar del Plata puede sentir envidia? No lo entiendo.
–Es que al envidioso, Princesita, no le interesa lo que tiene él, sino lo que tiene el otro –le contesté, y me quedé meditando un instante, porque la memoria me trajo un recuerdo...

(El tema amerita hacer un inciso):
Recuerdo, cuando era niño, haber aprendido qué era la envidia, en carne propia. Al lado de mi casa vivía una familia vecina que tenía dos hijas, una de mi edad y la otra un par de años más grande. La madre de ambas, lo comentaba todo el barrio, era bastante “agarrada”... amarreta, vamos. Una tarde salí a la vereda y esas chicas estaban comiendo dos medialunas de grasa. En mi casa había una bandeja entera de masas finas que había traído mi papá la noche anterior y, sin embargo, a mí no me interesaban las masas finas de “Los Dos Boulevares”, sino las medialunas de grasa de la “Panadería San José”, del barrio.
Mi madre, cosa curiosa, ese día no utilizó la psicología contundente de la “zapatilla veloz”, sino que me hizo entrar aduciendo que hacía mucho frío. Rato después, cuando me sirvió el té de la merienda con un plato de masas finas, se sentó frente a mí en la mesa del comedor y me explicó qué era la envidia, y hasta recuerdo que interpretó cuál era la razón por la cual yo la había sentido.
Debo decir que tengo, como todo ser humano, mis grandezas y mis miserias. Pero si algo no tengo, y puedo decirlo con pleno convencimiento, es envidia. Ni de la enferma, ni de la “sana”. Para mí, envidia es envidia y es una sola.
(Fin del inciso aclaratorio)

–En el caso de esta pobre mujer, Loli, ese deseo malsano y esa necesidad morbosa de entrar a escondidas a leer –creyendo que el anonimato de Internet le da impunidad–, está provocada por la envidia que muestra esa contradicción que tan fácil aflora en el envidioso: ama a quien odia y odia a quien ama. Y no le interesa ni siquiera el sufrimiento –vaya paradoja–, que le produce leer al comprobar que las cosas no salen como ella desea. Porque, y te aseguro que no estoy haciendo un juego de valor, ella desea ver que este blog no aparezca más. O que vos o yo o ambos, publiquemos un post que se llame “Nuestro último post”, en el que anunciemos que lo cerramos, porque nuestra relación no prospera.


–Pero cada vez que entra a leer se le debe hinchar la yugular, entonces. Un día va a reventar...
–Claro, pero es que la motivación del envidioso es tan paradójica, que no repara en nada con tal de dar satisfacción a ese sentimiento tan mezquino, Loli. Y eso le pasa en todos los aspectos de su vida, Princesita. Recordá cómo, pese a tenerlo todo, había algo que no podía hacer, que era escribir un poema. No se daba cuenta que no se trataba de ser un eximio poeta, sino de poder poner sentimientos en palabras. Entonces, como no podía hacer ni siquiera eso –porque los sentimientos de un envidioso son como una madeja de lana que cayó en manos de un gato malhumorado y de mal carácter–, y no podía escribir un simple verso genuino, ¿qué hacía?
Los plagiaba
. ¿Ves? Al envidioso no le interesa lo que él tiene. Le interesa lo que tienen los demás.
–¡Uh! Debe ser feo vivir así, Papi. La verdad, no le envidio lo que tiene...
–Más bien, Loli. Yo puedo imaginarme qué feo debe ser vivir así, sintiéndose siempre insatisfecha. Creo que es más que feo, Loli, creo que es como lo escribió Shopenhauer: “La envidia muestra a la gente los miserables sentimientos de esas personas que prestan constante atención a lo que hacen o tienen los otros, y sólo consiguen demostrar lo aburridos que son”.

El Profesor

viernes, 23 de abril de 2010

Diccionario de Loli y El Profe

Este post lo había escrito en el 2009, cuando todo era distinto. Estuve revisando, entre otros que escribí, y éste aún tiene vigencia, porque todavía con El Profe, seguimos usando algunos códigos que son nuestros.
Todas las parejas tienen sus códigos y maneras especiales de expresarse, que sólo entienden ambos miembros. Estos son algunos de los términos en clave que usamos más a menudo el Profe y yo.

Amiguito: (Ji ji ji) apéndice muscular preferido, para ciertos momentos de pasión exacerbada.
Bajón-mal: Forma de llamar a la tristeza, angustia o melancolía
–inspirado en “La Tana Ferro”, luego de ver juntos la película–, que nos provoca tener que separarnos y que, por lo general, se pone de manifiesto un par de días después que cada uno está en su casa.
Boliche El Pinchazo: Establecimiento gastronómico de dudosa reputación, ubicado a pocos pasos del Hotel Everest de Córdoba, en el cual no recomendamos ingerir ningún tipo de comida. Por extensión, llámase así a todo bar, restaurante al paso o boliche ubicado en barrios, lugares sórdidos o estaciones de tren.
Bolichón La Puñalada: Sucucho de actividad gastronómica, bautizado así por El Profesor por su aspecto lóbrego, sórdido y de dudosa reputación, ubicado en la calle más deprimente de la ciudad y donde los hombres pierden horas mirando fútbol mientras comen milanesa con papas fritas a las cinco de la tarde. No es recomendado para personas nostálgicas o melancólicas, en especial los domingos de invierno al atardecer.
Calienta-braguetas: Efecto que produce una Lolita como yo en ciertos señores mayores.
Cara de galleta: Descripción básicamente comparativa de las facciones y expresión del rostro de cierta persona que nos abstenemos de nombrar.
Cara de vaca: Actitud gestual que se manifiesta en la inexpresividad de las facciones del rostro de gran cantidad de habitantes que utilizan como medio de transporte las líneas de subterráneo de la ciudad de Buenos Aires, en especial en las horas de la tarde, cuando regresan de sus respectivos trabajos.
Colapsar-mal: Efecto indeseado provocado en progenitores, hijos, parientes, amigos, vecinos y conocidos (en especial entre los primeros) al enterarse que “la nena” se enamoró de un señor mayor.
Colorau como pavo e chacra: Dicho de origen campestre que hace alusión al aspecto rosáceo subido de tono que adopta el semblante de algunas personas, en situaciones especiales. También aplicado a señores con problemas de hipertensión.
Con gusto a poco: Expresión que utilizamos con El Profesor luego de la ingesta de cualquier sólido y/o líquido que nos ha gustado mucho y nos ha resultado insuficiente.
Cushita: Término en extremo cariñoso y dulce que significa “Cosita” y con el cual el Profe me nombra habitualmente, y que empezó a usar cuando aún no nos conocíamos, al principio de la relación y que me provocó una oleada de ternura como nunca antes había sentido.
Decadente-mal: Aspecto de ciertas personas que tienden a usar prendas de vestir que el profesor nunca se pondría.
Difícil que el chancho chifle: Proverbio de origen campestre que El Profesor utiliza para mostrar descreimiento acerca de algún tema o imposibilidad de llevar algo a cabo.
Frío importante: Expresión acuñada por El Profesor la primera noche de julio de 2009 en la localidad de Villa General Belgrano, cuando salimos de la posada con intenciones de cenar en “Tío Rico”, al comprobar la baja temperatura reinante en el ambiente. Aplícase por extensión también al calor, la lluvia o cualquier otro fenómeno climático o sensitivo (por ejemplo: “Sueño importante”, “Hambre importante”, etcétera).
LJ: “Lo Juimo”: Variante en plural de MJ (ver siguiente), que comenzamos a utilizar cuando, el último día, teníamos que dejar la habitación de hotel –o en casa de uno de los dos–, con el consabido “bajón-mal” (Ver el significado ut supra).
MJ: “Me Jui”, despedida antes de cerrar la sesión de chat habitual, parodiando la peculiar forma de expresarse del habitante medio de la sierra cordobesa.
Mister Jeringa: Término bimembre con el que hacemos referencia a esas personas latosas de sexo masculino de las que uno quiere alejarse o mantener a prudencial distancia, porque son más molestos que una jeringa en el traste.
Pedo místico: Estado de estupidez crónica –por lo general agravado con exacerbación de argumentos religiosos o dogmáticos–, que vuelve insoportable a quien lo padece.
Pedorro: Calificación aplicada a todo producto o servicio de baja calidad y aspecto engañoso. Término al parecer de origen impreciso que se ha generalizado, usado en su mayor parte por personas ingeniosas para decir o escribir y, en especial, por adolescentes porteños.
Pintó: Expresión común entre los adolescentes utilizada por primera vez por mí cuando dije: “Pintó choripán”, al comprobar que lo que El Profe me había avisado era cierto: no podía pasarme por alto la cola en el restaurante del Parque Sarmiento, por lo que teníamos que dirigirnos de manera urgente a la parrilla al paso “El Rey del Choripán”, acuciados por el hambre.

Potranquita: Lolita a merced de su profesor, a solas y entre las sábanas (Ji ji ji).
Romper el culo en seco: Expresión utilizada por El Profesor al comprobar la mala costumbre de ciertos comercios –del ramo que fuere, en especial heladerías de Buenos Aires–, de arrancarle a uno la cabeza con los precios. ¡No sean malpensados!
Somatizar-mal: Poner de manifiesto alguna angustia existencial o malestar emocional con una repentina descompensación gástrica que se manifiesta en el baño.
Trescientos mil grados: Temperatura que parece adquirir el interior de una empanada recién salida del horno o el sartén, en especial si es de las que –además–, chorrean juguito sobre la remera recién estrenada del Profe.

Lolita
Foto: El Rey del Choripán, Parque Sarmiento, Córdoba City

miércoles, 21 de abril de 2010

Cuando te conocí

Cuando te conocí, hacía tiempo que no te divertías tanto como luego me confesaste que te divertías conmigo. Hacía tiempo que algo no te ilusionabas de tal manera como lo hace ahora esperarme en la terminal de Retiro o bajarte del micro en la estación de Córdoba y envolverme en un fuerte abrazo.
Cuando te conocí, tu alimentación era fundamentalmente carnívora y basada en la harinas (es decir, en el pan) y desde que te lo aconsejé, en tu heladera siempre hay algún vegetal y alguna fruta para alimentarte de manera más sana.
Cuando apareciste en mi vida, estabas acostumbrado a solucionar las cosas solo, a guardarte los miedos, las angustias y las tristezas y conmigo te diste cuenta que lo importante era expresarse porque yo siempre estoy para consolarte y apoyarte en lo que sea.

Cuando te conocí, hacía años que no escribías una carta de amor, que no regalabas tarjetitas con ositos, que no sorprendías a alguien con un ramo de jazmines y que no recibías como regalo de aniversario un gran oso de peluche y una tacita de cerámica con una inscripción de “Te amo”.
Cuando nos encontramos, ya te habías olvidado lo que era subirse a los juegos del parque de diversiones, ir al cine y pasar la película tomando de la mano de alguien, visitar un zoológico o dormir abrazado a un oso de peluche. Ya te habías olvidado lo que era cocinar para otra persona, hablar hasta altas horas de la noche con palabras amorosas y dormirte luego de besar una fotografía y pensando en la persona amada.
Cuando te conocí, casi no salías de tu casa, divertirte era parte del pasado y tu modo de ser tan juguetón y espontáneo había quedado olvidado en algún rincón.
Cuando la vida nos cruzó hace tres años, ya no recordabas lo que era dormir pegado a un cuerpo calentito, besar infinidad de veces los labios de una mujer, pintar las uñitas de sus pies y secar un par de lágrimas que se escaparan durante algún momento difícil o emotivo. Hasta ese entonces no conocías lo que era regalar medias de Lolita, comprar Tic- Tac de naranja y comer lomitos “El ruedo” en la peatonal cordobesa.
No recordabas lo que era reírse hasta que te duela la panza, hacerte el payaso públicamente motivado por un gran sentimiento de alegría y crear un sistema de códigos que sólo vos y alguien más comprendiera.
Cuando te conocí, hacía tiempo no experimentabas algunos pequeños placeres como tomar un helado en pleno verano, bañarse en una pileta de natación, recorrer un Shopping mirando vidrieras y comer un choripán sentado en un canterito del Parque Sarmiento.
Creo que desde que la vida nos cruzó tu vida cambió mucho.
Soy testigo de eso.
La mía también cambió para siempre.
Ambos nos transformamos porque dimos paso a ese hermoso sentimiento llamado amor.
¿No te parece, Papi?


Lolita.

martes, 20 de abril de 2010

La vida pasa

Fugit irreparabile tempus, dice Virgilio, en Geórgicas 3, 284. “El tiempo se va para no volver”.
Pasaste del uniforme de colegio, a la ropa de mujer.
Aunque sigue divirtiéndote, ya no te entusiasma tanto Seventeen, te cautiva más la Cosmopolitan.
En los estantes de tu biblioteca quedaron los libros de cuentos infantiles y las revistas de ciencias. Ahora buscás en la mía y te apropiás de “Cien cepilladas antes de dormir”.
Parece que fue ayer que te desvelaba un trabajo sobre los espacios urbanos en la Geografía física. Hoy te apremia el parcial de Macroeconomía.
Allá atrás quedaron los mensajes con besos traviesos para debajo del banco de la escuela, la remerita del uniforme y la hora de gimnasia. Te llegó el tiempo de la ropa de marca, de tu sesión de gym y de correr entre la academia de inglés y las aulas de la facultad.
Ya no necesitás escaparte de tu casa para un encuentro furtivo. Hoy podemos encontrarnos en libertad, sin tapujos ni estrategias que soslayen la verdad.
Pasó el tiempo, te vi crecer.
Te conocí adolescente, una bella florcita abriéndose a la vida.
Hoy, ya sos una hermosa mujer.
La vida pasa y vos creciste. Pero en un rincón de mi memoria y en un lugarcito tibio de mi corazón, vas a seguir siendo –como firmás tus cartas–, mi Eterna Lolita.

El Profesor

domingo, 18 de abril de 2010

Torta Pascualina Lolita

–Bueno, Gordi, me voy a preparar el relleno de la Pascualina para mañana –dijo Loli, después de conversar casi una hora y media por teléfono ayer a la noche, a fin de mitigar los efectos de la distancia.
–¿Sabés hacer Pascualina?
–Shi, claro.
–¿Y también hacés la masa?
–No, Papi... Prefiero comprarla en el súper.
–¿Y le ponés huevo?
–Nop.
–Bebi, una Pascualina sin huevo es como un Vitel Thoné sin anchoas...
–Bueno, pero la mía no lleva huevo.
–¿Acelga o espinaca?
–Preferible, espinaca. Pero ahora tengo acelga.
–¿Y qué le ponés al relleno?
–Pimientos verdes y rojos, cebolla, cebolla de verdeo, zanahoria, pollo desmenuzado, sal, pimienta y queso Rochefort.
–¡Mhhh-hhh! Suena a rico...
–Sí, la verdad, me sale rica, aunque no sea Pascualina con huevo, mi amor. Digamos que es Pascualina de Loli...
–¿Me vas a hacer? –dije, con ganas de estar en este momento en que escribo –una de la tarde del domingo–, trajinando en la cocina con Lolita, desempeñando el papel de ayudante de cocina.
–¡Pero sí, mi vida!
–¿Y me vas a hacer una mini-Pascualina con huevo para mí?
–¡Claro, mi amor! Y también te voy a hacer la pastafrola de dulce de membrillo que tanto te gusta, corazón mío.
–Gueno, ta bien –dije, con voz de niño al que se ha conformado, y nos despedimos deseándonos buenas noches y un reparador descanso, porque Loli está abrumada con la proximidad de los exámenes y yo, con algunos de esos trabajos que se caracterizan por lo complicados que son.

Me quedé con eso de que la Pascualina de Loli no lleva huevo, aunque la más común y generalizada sí lo incluye, pero es que a la Princesita el huevo mucho que digamos, no le gusta.
Así que me puse a husmear por ahí, y encontré que lo más parecido a la Pascualina de Loli, es la Tarta de Verduras Argentina (Pascualina), (haciendo caso omiso del huevo) y que hay muchas variantes, incluida una versión con ricota –también conocido como requesón–, otra con hongos secos, una que lleva queso crema, fécula de maíz y crema de leche, una cuarta con mozzarella. También están las versiones uruguaya, argentina y la originaria Torta Pasqualina
–originaria de la Liguria, más precisamente del Genovesato–, que lleva alcachofas, pero no en Navidad (porque en ese momento están muy caras), y que pueden reemplazarse por espinaca, acelga, remolachas o alguna otra verdura.



Entonces se me ocurrió que a todas esas variedades, podemos incorporar la “Torta Pascualina Lolita” que, básicamente se hace igual, pero variando sus componentes que son, para seis u ocho porciones:

2 tapas para tarta de hojaldre
3 atados de Acelga o espinaca
1 Pimiento rojo y uno verde
1 Cebolla
2 Cebollas de verdeo
100 gramos de Queso roquefort
2 Zanahorias ralladas
200 gramos de pechuga de pollo hervido o asado
Sal
Pimienta


El Profesor
Receta © Lolita

jueves, 15 de abril de 2010

¡Nosabésquémepasó!

¡Ring! ¡Ring! ¡Ring!
–Hola...
–¡Paaaaaaapiiiii!
–¡Loli!
–¡Nosabésquémepasó! –dijo Loli, con una vocecita de angustia que conozco y no me gusta volver a escuchar.
–¿Qué pasó, Princesita? ¿Estás bien?
–Shi...
–¿Seguro? ¿Qué pasó, Loli? Dale, contame.
–Que… que… ¡quemeasaltaron!
–¿Eh?
–Shi... ¡Snif! ¡Snif! –la imaginé, del otro lado del teléfono, con lagrimitas que le corrían por las mejillas.
–¿Pero cómo..? ¿Adónde..?
–Acá, a la vuelta de casa...

Resulta que el pasado miércoles siete Loli, que está en vías de recomponer la relación con su mamá, había ido con ella al cine y cuando salieron se fueron a tomar un cafecito, porque no era demasiado tarde, aunque ya empezaba a oscurecer.
Cuando terminaron, se tomó el colectivo –que a esa hora iba atestado de gente– y cuando estaba en viaje la llamó el padre, porque se estaba haciendo de noche.
No advirtió que, en ese momento, alguien la estaba mirando.
Volvía con su bolso enorme, cargada con apuntes de la facultad, su cajita de lapiceras, billetera, celular y todo lo que Loli suele cargar de un lado para otro, y bajó en la parada de su casa, cuando ya había oscurecido.
Ni bien dio unos pasos, se dio cuenta que atrás de ella bajaba un muchacho y, perspicaz e inteligente como es para las conclusiones, por las dudas apuró el paso, cruzó a la vereda de enfrente y enfiló para su casa, caminando rapidito porque no había ni un alma en la calle.
En ese momento escuchó, a sus espaldas la voz:
–¡Chist! ¡Ey!
Loli se dio vuelta sin dejar de caminar y comprobó que era el muchacho que se había bajado detrás de ella y se le acercaba caminando muy rápido.
No le contestó y, por las dudas, ella apuró más el paso.
Pero el tipo era más alto y no le fue difícil alcanzarla.

Y así, sin más, la agarró de un brazo.
–¡Eyyyyyy! –gritó Loli, soltándose de un tirón, pero el tipo volvió a agarrarla–. ¡Soltame! –le dijo, tratando de zafarse.
–¡Dame la cartera o te mato! –le dijo el tipo.
Me la imagino, bajita como es, pero con la fuerza que tiene a fuerza de gym, asustada, pero resistiéndose, hasta que ese tarado que se anima con una jovencita porque no debe tener temple para asaltar a un hombre, le dio un golpe para arrancarle la cartera, que Loli no largaba.
–¡No sabés cómo empecé a gritar, papi! –me contaba, por teléfono, y yo podía imaginarla, tironeando y pegando alaridos, aunque se sabe que en este país en el que vivimos la inseguridad ha llegado al punto en que cada uno trata de salvarse y no meterse aunque vea que están atacando a un semejante.
Como era de esperarse, y dado que el tipo era bastante más grande y fuerte, al final le arrancó la cartera y salió corriendo.
Loli llegó a su casa y después de contarle a su papá lo que había pasado (porque en el bolso estaban las llaves), me llamó.

–¿Qué hago ahora, Papi? El celular, la billetera... ¡Y los cuadernos de la facu!
–Bueno, Loli... tranquila, mi chiquita... A ver, todo se puede solucionar, ¿sí? Tenés que tranquilizarte... llorá un poquito para sacarte el miedo y yo estoy acá y te espero y sentí cómo te abrazo, ¿sí?
–Shi... ¡Pero Papiiii! ¡Los cuadernos de la facu y mi cajita de lápices! ¡Snif! ¡Buaaaa!
–Tranquila, Princesita. Ya lo arreglamos, ¿eh? Perá.. calmate, ¿sí? Respirá hondo y escuchame, ¿sí?
–Shi... ¡Snif! ¡Snif!
–Lo primero que tenés que hacer es llamar a la empresa de celulares y denunciar el robo, ¿sí? Y a la policía, ¿sí?
–La policía no te hace caso, Gordi... ¡Snif!
–Entonces denunciá el robo del celular, dale... Corto, llamá y avisame cuando termines, así puedo llamarte otra vez, dale...
– (...)
¡Ring! ¡Ring! ¡Ring!
–¿Holaaaaaaaaaa? –la voz de Loli, entusiasmada.
–Hola, Princesita...
–¡Papppiiii! ¡No sabés lo que pasó!
–No, mi vida, ¿qué pasó? Contame.
–¡Un vecino encontró mi bolso! Mi papá fue a buscarlo...
–¡Qué bueno, corazoncito! ¡Cuánto me alegro!
–Estaba todo: los apuntes, la caja de lápices, las llaves...
–¡Qué alegría me da, bebi!
– (...)
–Pero... Gordi...
–¿Qué, Loli?
–Ahora no tengo el “celu”. Y no sé cómo voy a hacer para comprarlo.
–Mmmm... A ver, a ver...
–¿A ver qué, Gordi?
–A ver si tenemos un poquito de ilusión, y a lo mejor lo arreglamos, ¿sí? Si le ponés un poquito de esperanza, a lo mejor...
–¿A lo mejor qué, Papi?
–¡Ahhh! ¡No sé!
–Dale, dale, dale...
–No, no. Tené paciencia, Loli. Y ponete hielo en el pómulo para que se te vaya el machucón, ¿eh?
–Shi, Gordi.
–Y desinfectate el dedito, si lo tenés lastimado, ¿eh?
–Shi, Papi.
(...)
¡Ring! ¡Ring! ¡Ring!
–¿Holaaaaaaaaaaa?
–Hola, Princesita...
–¡Holi, Gordi!
–¿A que no sabés qué te voy a pedir?
–Mjm... Nu shé...
–Decile a tu papá que me pase los datos de su cuenta, así le hago una transferencia...
–¿Quéeeeeeee?
–Eso, lo que escuchaste.
–¿Quéeeeeeee?
–Loli, mi vida, dejá de preguntar “¿Queeeeeeee?”, y hacé lo que te pido.
–¿Quéeeeeeee? ¿Qué le vas a transferir, eh eh?
–El dinero para que repongas tu celu, mi vida.
–¡Noooooooo!
–Sí, corazoncito.
–¡Noooooo!
–Que sí, Princesita. Pero, si no querés...
–¡Gordiiiiiii! ¡GRACIAS! ¡GRACIAS MI AMOR! ¿Me vas a dar la plata para el celular?

–No, te lo voy a regalar.
–¿Ehhh? ¿Y de dónde sacaste el dinero..?
–¡Ah! ¡Eso es un secretillo!
–Dale, dale, dale... contame.
–¿Viste que te dije que no había que perder la ilusión?
–Shi...
–Bueno, ¿ves? Cuando uno desea algo mucho, mucho... La suerte ayuda, Loli.
–Gordi...
–¿Mhhh-hh?
–Te amo. TE AMO.
–Y yo a vos, Princesita.
–Nunca antes me había sentido así, mi amor... Desde hace casi tres años experimento una sensación hermosa... y todo te lo debo a vos. A tu lado me siento protegida. A tu lado me siento segura. Gracias por protegerme, por estar ahí, por pensar en mí en todo momento, por darme los gustos, por ayudarme...



Y bueno, el resto de lo que Loli me dijo, lo leyeron en el post anterior, que ella escribió.
El martes, menos de una semana después que le robaran el celular que ella tanto quería porque tenía tecladito, ya lo tiene de vuelta y, como si fuera poco, como cambió de plan –por una sugerencia del suscripto y de una promotora–, le sobró una considerable cantidad para comprarse algunas prendas a las que le había echado el ojo.
Y esa misma noche lo estrenó, llamándome para decirme cosas lindas, antes de irnos a dormir.

El Profesor

sábado, 10 de abril de 2010

Hermosa sensación

Nunca antes me había sentido así, mi amor…
Desde hace casi tres años experimento una sensación hermosa… y todo te lo debo a vos.
A tu lado me siento protegida. A tu lado me siento segura.
Sé que puedo estar totalmente tranquila y confiada de que nada malo va a pasarme cuando estoy entre tus brazos o agarrada fuertemente de tu mano.

Sos el que me brinda seguridad y contención, el que aplaca mis miedos y el que disipa mis dudas y confusiones.
Gracias por ser el hombre que piensa todo el tiempo en mí, el que se desvive por mi alegría y el que se preocupa por mi bienestar.
Gracias por ser el que puede sentir lo que yo siento, el que interpreta mis estados de ánimo sin necesidad de palabras ni explicaciones y el que tiene la capacidad de comprender todo cuanto me pasa.
No existe alguien como vos. Sos único, sos exclusivo, sos especial…

Sos el que desparrama luz por todos mis rincones y el que me alegra el día con sus dulces palabras.
Por eso te amo tanto, por eso te extraño demasiado cuando no estás, por eso sigo apostando a este amor mágico y maravilloso…

Te amo con todo mi corazón.


Lolita

miércoles, 7 de abril de 2010

Oscar Francisco

Hay veces que reflexiono acerca de nuestra relación, con Loli, y cómo cada uno, a su manera, hace algo por el otro que redunda en beneficio común para ambos. Y es que no está escrito que la sabiduría del corazón sea privilegio de quien ha vivido muchos años y que los jóvenes no la tienen.
En este intercambio, mediante el cual Loli ha aprendido de mí y yo, de ella, si hay algo que debo agradecerle es haber despertado ese niño mío que tenía dormido hace tanto tiempo, porque estaba aburrido de aguantar el realismo –cinismo en algunas ocasiones–, que lo va ganando a uno a medida que pasan los años.
Loli ha conseguido despertar a ese niño juguetón que alguna vez fui, a fuerza de magia e ilusiones.
Ya he contado que Loli y yo –alejados o juntos–, jugamos, y jugamos mucho (algunos de los juegos no puedo contarlos aquí, ejem, ejem, por razones que imaginarán).
Como con Oscar Francisco Velasco Aguilera.
¿Qué quién es Oscar Francisco Velasco Aguilera?
El ratón que habla. El que Loli rescató de ese cubículo de plexiglás con dos monedas de un peso... aunque después se gastó como cinco en tratar de rescatar a la enamorada del ratón, que le era infiel
Oscar Francisco, además, es originario de México –para beneplácito de nuestros amigos de ese país tan querido–, y habla como tal, intercalando expresiones como “¡Oralé!” cuando algo lo sorprende; “esa chava”, al referirse a Loli o a cualquier mujer; “cuate” al dirigirse a mí; “¡Aguassss!”, cuando está muy apurado, y hasta de vez en cuando un “¡Chin!”, en ciertas ocasiones, cuando usa un lenguaje poco apropiado.
Todo esto lo supimos al regresar de Villa Carlos Paz, cuando llegamos a la casa de Loli, que fue cuando Oscar Francisco se reveló como un ratón por demás locuaz, diciendo cosas tales como:
¡OYE! ¡PERO QUÉ BUENA ESTÁ LA CASA DE LA CHAVA!
–¿Te gusta?
¡POS CLARO QUE ME GUSTA! ¿QUÉ PENSABAS? IMAGÍNATE... PASAR DE ESTAR DENTRO DE UN CUBO DE PLÁSTICO REFORZADO A ESTAR CON ESTOS PRIMORESSSS... –dijo, arrastrando la “s” y en clara alusión a algunos peluches que Loli conserva en su habitación.
–¡Ah! Mirá vos... ¿Te gusta la compañía que vas a tener?
POS MIRA, CUATE... DAISY ES DEMASIADO GRANDOTA, PERO MINNIE... POS QUE ESA CHAVA ME HACE OJITOS...
Loli tiene una imaginación sorprendente para crear diálogos ocurrentes y divertidos, y estuvimos jugando con Oscar Francisco –que hasta ese momento no nos había dicho su nombre–, durante un buen rato.
Cuando estábamos terminando de cenar, el papá de Loli preguntó qué pasaba que nos reíamos y de quién era esa voz. Entonces Loli se levantó de la mesa, salió pitando para la habitación y volvió con el ratón, que empezó a hablar al papá:
OYE, ¿ASÍ QUE TÚ ERES EL PAPI DE LA CHAVA ÉSTA QUE ME RESCATÓ DE MI ENCIERRO?
El padre de Loli se prendió en el juego y comenzó a hablar con el ratón, riéndose, tan divertido como nosotros. Y a tal punto que le imitaba el acento y fue él quien averiguó su nombre y su lugar de origen. Porque Oscar Francisco Velasco Aguilera, según se lo comentó a padre de Loli, es oriundo del estado de Guadalajara.
Cuando nos fuimos a la habitación para descansar ese sábado a la noche, Loli vino a hacerme unos mimos a la cama y trajo al ratón, que empezó a hacerme cosquillas y a saltarme encima.
–¡Uh, quiero dormir! –lo regañé, entre carcajada y carcajada mía y de Lolita.
POS YO QUIERO DORMIR CONTIGO, CUATE. ¿QUÉ NO TE DAS CUENTA QUE NO PUEDO IR A LA CAMA DE LA CHAVA? –me contestó.
–¿Y por qué no dormís entre todos los muñecos?
ES QUE... VEN –me dijo, haciéndome señas con una de sus manitos, y acercándose a mi oído–. VERÁS, ES QUE MINNIE ESTÁ DE MALAS Y NO QUIERE QUE DUERMA CERCA DE ELLA Y BSBSSSS BSSSS BSSSS
–¡Jajaj! Bueno, está bien... Pero me vas a dejar dormir, ¿eh?
POS CLARO... YA VES LA FLOJERA QUE TENGO A ESTA HORA...
–Bueno, entonces, a dormir –le dije.


Así fue que esa noche estuve abrazado a Oscar Francisco y Loli, que no se pierde una, aprovechó para sacarme esta foto cuando yo –y creo que el ratón también–, dormíamos apaciblemente. Por razones de fuerza mayor que serán de público y notorio –como dicen los abogados–, la he recortado un poco. Pero verán que se nota mi brazo y una manga de la centenaria remera gris con el logotipo de Las Grutas – Patagonia –Argentina, que uso para dormir y que a Loli le causa mucha gracia.
Esas son las cosas que me provocan la ternura que siento por Lolita. En especial haber despertado a mi niño, que con ella sale a jugar como hace tanto, tanto tiempo no lo hacía.
Y no sólo el mío, porque a la noche siguiente, cuando el padre de Loli ya tenía el auto preparado para salir hacia la terminal de ómnibus dijo algo que no comprendimos, pero iba riéndose, como si él también hubiera hecho una travesura.
Y la había hecho, claro.
Cuando subimos al coche ahí estaba, sentado sobre el freno de mano, entre el asiento del conductor y el acompañante, nuestro nuevo amigo, el ratón Oscar Francisco Velasco Aguilera, que formó parte de la comitiva de despedida.
Empecé con una reflexión y no puedo terminar sin otra: cada vez con más ilusión imagino cómo debe ser vivir con Loli todos y cada uno de nuestros días.
Creo que va siendo hora que empiece a planificar una movida, porque al fin y al cabo el aire de Córdoba, me resulta mucho más gratificante que el de Buenos Aires. ¿Ustedes qué piensan?
Un saludito nuestro y de Oscar Francisco, que cuando hablo con Loli, le pide que lo ponga al teléfono y me suelta un:
¡ORALÉ, CUATE! ¿CUÁNDO TE VIENES PARA AQUÍ, EH? ¡MIRA QUE LA CHAVA TE EXTRAÑA!

El Profesor

Foto by Lolita

domingo, 4 de abril de 2010

Chatitas

Cuando en una tarde
de otoño
te calzás las chatitas
en esos piecitos tuyos
curiosos,
juguetones,
traviesos,
osados
y atrevidos,
es como si el tiempo
no hubiera pasado.
Porque vuelvo a sentir
aquellas tiernas
y perturbadoras
emociones
de mis días
de la adolescencia.


El Profesor

Foto by Lolita