sábado, 22 de agosto de 2009

Para variar

–Papi…
–¿Qué, mi amor?
–Tengo hambre… Mirá, ya son casi las doce y media…–Le comenté mirando mi relojito.
–A mí también me está picando un poco el estómago… ¿Dónde vamos?
–¿A “Tío Rico”?
–¿Te parece? Fuimos todos los días a comer ahí.
–Bueno, entonces podemos variar. Mirá, acá en la guía turística encontré un lugar que se llama “La terraza” y también es autoservicio… Pinta bueno.
–Entonces vamos ahí.
Guiándonos por el mapa, atravesamos el pueblo para llegar a ese sitio que tan lindo se promocionaba en el folleto de restaurantes.
Por fuera no era espectacular. Nos acercamos a espiar por las ventanas de la puerta y nos dimos cuenta que la comida estaba caliente y humeante en sus bandejas, pero que en el interior, en las mesas, no había nadie.

Intercambiamos una mirada de sospecha, pero estábamos cansados de caminar y ya no había posibilidades de volver, así que el Profe me dijo:
–Y bueno, Loli… ¿Qué le vamos a hacer? Entremos a probar.
Empujé la puerta y entramos. Era un lugar bastante mal cuidado. Nos acercamos al mostrador y se nos presentó una sonriente y amable jovencita que nos dijo que podíamos servirnos lo que quisiéramos y que la comida se pesaba por kilo. Nos indicó de donde sacar las gaseosas y nos ofreció la vajilla para llevar a nuestra mesa.
Buscamos una mesa bastante apartada y fuimos en busca de nuestras bebidas y comida.
Lo bueno del lugar era que de fondo musical se escuchaba una hermosa canción de Arjona. Por lo demás, y para ser sincera, el lugar era deplorable: olor a humedad en el ambiente, las paredes chorreadas, los manteles manchados…
Recorrimos las bandejas de comida y ambos nos sentimos atraídos hacia una que tenía en su interior unos canelones con salsa roja. Nos servimos y volvimos a nuestra mesa.
Corté con el cuchillo un trocito de canelón y me lo llevé a la boca.
–¡Aggggg!¡Papi! ¡Esto está frío!
–Pero si le sale humo, mi amor…
–¡Está helado, ya vas a ver! Lo voy a calentar en el microondas.
Cuando volví con mi plato bien caliente, luego de dos escasos segundos en el aparato, el Profe me miró con un puchero y me dijo:
–Bebi…
–Si, papi, ya sé. ¿Viste que te lo avisé?
–¡Está frío!
–Dame que te lo caliento…
Una vez que los dos estuvimos sentados y comiendo, traté de ser optimista:
–Bueno, el lugar será un desastre, pero al fin y al cabo, y con recalentada de por medio, la comida no es mala.
–No…
El Profe estaba muy callado.
–Y bueno, también sacaron la música de Arjona, pero al menos no pusieron cuarteto…
–Mmhm
–Aunque… es cierto: estamos muy solos acá. ¿Por qué será? ¿Porque es muy temprano o porque hoy es domingo?
–Por el lugar, Loli.
–Y vos ponete a pensar… ¿Cómo harán con toda esa comida si es que no tienen clientes? ¿La usarán para el día siguiente? ¿La guardarán y ahora estaremos comiendo algo de anteayer?
Mi Papi me miró con una cara de angustia considerable.
Apenas terminamos de comer, por fin se decidió a hablar:
–¿Qué te parece si huimos de este lugar deprimente cuanto antes?
Estábamos pensando lo mismo.

Lolita

4 comentarios:

  1. jajajaja hay cada lugarsitro! nos quedan las historias!

    deshora.

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  2. Tonta muchacha, ¿no tiene ese hombre ni para llevarte a un buen lugar a comer? Dejar tu juventud con un viejo pobre, vaya destino, eres barata

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  3. como me molestan las opiniones que ni siquiera son cosntructivas!!

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  4. holas:

    Bueno y la moraleja de la historia es:

    a) En la variedad NO SIEMPRE esta el placer xD

    b) Mas vale malo conocido que bueno por conocer... bueno bueno... mas vale bueno conocido que malo por conocer XD

    weno les deseo mejor suerte la próxima ves, ojo donde comen... o mejor dicho ojo con donde compran las guías turisticas ;)

    no aporto mas porque cierto juan me saco de quicio con esos insultos ¬_¬

    Un saludo a los 2 ^__^

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