¡Ring! ¡Ring! ¡Ring!
Ya estaba despierto, antes que sonara el despertador, cuando escuché el sonido de mi recién estrenado teléfono.
–Holaaa –dije, casi seguro de que quien llamaba era Loli, creyendo que quería darme los buenos días.
–¡Paaaaaaaaapi! –escuché su voz animada, exultante.
–¡Hola, mi amorcito! ¿Qué pasa?
–¡Salió!
–¿Eh?
–¡Salió, Papiiii!
–¿Quién salió, Loli? ¿De qué hablás?
–¡La ley, Papi! ¡La ley de mayoría de edad! –cuando escucho a Lolita tan, pero tan feliz, me emociona–. ¡Como me lo prometiste, gordi! ¡SANCIONARON LA LEY!

Efectivamente, tal como se lo había prometido en un momento de mucho dolor y desconsuelo, en el día de la fecha, el Senado de la Nación sancionó por unanimidad y convirtió en Ley el proyecto que reduce la mayoría de edad de los habitantes de la República Argentina a 18 años.
Lolita es desde hoy, legalmente, MAYOR DE EDAD.
A partir de hoy puede viajar fuera del país, tomar la decisión de casarse, disponer de una herencia, ejercer la patria potestad, abrir una cuenta bancaria, firmar contratos, adquirir propiedades inmuebles, tramitar documentos y encarar emprendimientos comerciales, sin necesidad del consentimiento de los padres.
Esta modificación del Código Civil le permitirá a casi dos millones de jóvenes como Loli, entre los 18 y los 20 años, ejercer plenos derechos en materia civil y comercial. La única excepción, los padres o tutores deberán continuar con la manutención de los hijos y su obra social hasta cumplir los 21 años, siempre y cuando los jóvenes no tengan medios propios.
El proyecto de ley había sido presentado en 2005, a fin de modificar los artículos 126, 127, 131, 134 y 135 del Código Civil, y aprobado por el Senado por unanimidad.
Cuando el proyecto fue enviado a la Cámara de Diputados, quedó trabado durante cuatro años pero, como le expliqué a Loli en su momento, trámite constitucional para la sanción de las leyes, desde la reforma constitucional de 1994, impide que un proyecto de ley quede empantanado interminablemente en una de las dos cámaras, como sucedía con la anterior Constitución de 1853.
–¡Mi vida! ¡Qué contenta estoy! Le dejé una notita a mi papá, para cuando vuelva del trabajo. ¡Ay, qué feliz me siento!
–Yo también, y te felicito, corazoncito. Bienvenida a la mayoría de edad, Princesita.
–Vos, hace casi un año me lo avisaste,
Papi.
–Sí, mi amor. Era la única esperanza que podía darte en ese momento, para que no estuvieras tan triste y se te fuera el julepe.
–Gracias por eso. Gracias por esa lucecita de esperanza que me dejaste encendida esa mañana. Gracias por anunciarme este día, mi amor.
–Lo prometido es deuda, Loli.
–Te amo, Papi.
–Yo te amo a vos, Princesita.
El Profesor