miércoles, 9 de diciembre de 2009

Conocer el Tigre

Loli es una entusiasta de todo tipo de viajes, paseos y excursiones que, si tienen alguna aventura desopilante, mejor que mejor.
En su último viaje, me había propuesto –cuando Lolita “propone” algo, es porque realmente quiere hacerlo, ya lo aprendí–, una excursión al Tigre, lugar que conocía pero no recordaba bien.
En el cronograma original la excursión al Tigre estaba planificada para el domingo, pero una inesperada tormenta mañanera nos obligó a alterar los planes. De modo que recién pudimos ir el miércoles, día que le quitó un poco de emoción a la salida, porque el puerto de frutos en la semana no está en todo su esplendor y, en especial, porque el parque de diversiones está cerrado.
–Dale, Papi... dejá las tazas eso ahora, que se nos hace tarde –dijo Loli, para que yo dejara de lavar lo que habíamos usado en el desayuno.
Es verdad, tiendo a dar vueltas antes de salir, y ella se pone ansiosa. Lo voy a tener en cuenta, porque pensándolo bien, hay obsesiones que no tienen el menor sentido.
Así que promediando la mañana allá fuimos a buscar el micro, y a eso del mediodía estábamos abordando el tren en la estación San Isidro.
Llegamos a Tigre un rato antes de la una...
Una hora especial para almorzar, digo. Y puesto que en nuestros viajes el ejercicio de la masticación tiene una importancia trascendental, lo primero que hicimos fue darnos una vuelta por los alrededores, para encontrar un lugar donde almorzar.
¡Qué mejor manera de hacer la digestión que caminando!
Pues eso fue lo que hicimos.



Ni bien terminamos la comida, cruzamos la placita, el puente y nos dirigimos a la calle que bordea el puerto que, para mi sorpresa –después de varios años que no pasaba por ahí–, encontré reciclada y muy bien cuidada.
Por supuesto, el primer lugar que buscamos, fue el de las excursiones en catamarán, ya que ir al Tigre y no hacer la vueltita en Catamarán, es como visitar París y no hacer la excursión por el Sena en un Bateaux.
–¿A qué hora sale? –le pregunté al encargado de los pasajes, apoyado en la pared de la boletería.
–A las tres... Iba a salir antes, pero tenemos que esperar que nos confirme un contingente –me contestó–. Pero si quiere, puede sacar el pasaje y...
–Vamos a dar una vuelta mientras tanto, Papi... –intervino Loli, con un guiño cómplice.
–Pero seguro que no antes de las tres... –le insistí a ese buen señor.
–Sí, seguro. Pero bueno, si quiere asegurarse...
Lo dejamos hablando solo y nos fuimos a caminar por la costanera y aproveché para desplegar mis conocimientos acerca de la zona, sus lugares y sus historias. A veces pienso que Lolita debe verme como una especie de guía turístico. Je.
Así las cosas, habíamos llegado al museo –que estaba cerrado–, y decidimos que, por la hora, era prudente ir regresando hacia el amarradero del Catamarán.


Por suerte.
El señor, que me había asegurado que no salía antes de las tres, había conseguido reunir el contingente, y cuando estábamos a una media cuadra vimos, espantados, que el marinero estaba procediendo al desamarre, con visibles intenciones de tomarse el pique.
Se tomó el pique, nomás.
Ahí fue cuando empezamos a correr.
Llegamos con la lengua afuera, creyendo que ya lo habíamos perdido y que íbamos a tener que esperar al próximo viaje (era el único Catamarán que trabajaba ese día), pero el señor de la boletería se redimió.
–Tranquilos, tranquilos... ahora vuelve a buscarlos –dijo.
Efectivamente, el Catamarán, que tenía que dar la vuelta para quedar orientado hacia la salida, volvió a acercarse al muelle y el marinero nos tendió la mano para que subiéramos.
Y allá fuimos, Lolita y yo, a dar un paseo por el Delta, en un día algo extraño, mitad soleado y mitad nublado, lo que no nos impidió disfrutar del paseo. ¡Faltaba más!


Cuando el Catamarán pasó por el costado del parque de diversiones, Loli miró y puso esa carita de decepción (Para ser más precisos, dijo: “¡Ufa! ¿Por qué está cerrado?”) que me da mucha ternura y ganas de comérmela a besos.
Bueh... qué puedo decir del viaje. Lindo. Hacía mucho, mucho tiempo que no iba al Tigre y disfruté de ese paseo con Loli.
Una hora después, volvimos al puerto.
Entonces nos fuimos a conocer la ciudad y estábamos en eso de caminar por las callecitas del Tigre cuando apareció en una esquina, tentadora como un Grido o un Freddo y toda para nosotros... ¡una heladería!
Y nos mandamos al coleto un cuarto kilo de helado, sentados en las mesitas de la vereda, tomando fuerzas para seguir con el periplo trigense.
–Gordi... tratá de que la "agencia de retención" –dijo, señalándome la zona abdominal–, no retenga ninguna mancha de helado. Je, je.
El periplo continuó, como era de esperarse, en el Puerto de Frutos y en los nuevos locales diseñados en el sector que pertenecía a los puesteros que traían las frutas del Delta.
No sé quién es el intendente de Tigre pero, la verdad, que da gusto hacer un paseo. Ni punto de comparación con lo que yo recordaba de otros tiempos.
Y ya casi cuando empezaba a caer la tarde, de regreso hacia la estación, nos cruzamos con un simpatiquísimo local de Havanna (sí, el de los alfajores), y tampoco pudimos abstraernos a la tentación de tomarnos un cafecito bien cargado –compartimos el gusto por el café express bien cargado–, sentados en la terracita del negocio, observando a los viandantes.
Y antes de que el atardecer despertara cualquier tipo de melancolías, rumbeamos hacia la estación de tren, para volver a casita, haciendo planes para ir este verano –si Dios quiere–, a pasar un fin de semana a una hostería muy monona que conozco, de esas con cabañas, piscina y demás comodidades que tanto a ella como a mí, tanto nos gustan.
Porque eso de conocer el Tigre en catamarán, es como que deja gusto a poco.
Y hablando de gusto a poco... cuando llegamos a casa, no teníamos la menor intención de cocinar, de manera que pasamos por la fábrica de sándwiches de miga de la que Loli habló en un post anterior, elegimos nuestros gustos preferidos para la cena y esta vez no cometí el mismo error de irme, lo más campante, sin haber pagado antes.

El Profesor

15 comentarios:

  1. hola! aguante tigre!!!! bueno les cuento q yo vivo en tigre!! y si la verdad q para disfrutar al maximo tienen q pasar un finde...
    dia de semana es todo muy tranquilo... pero bue la pasaron bien igual parece!! un beso!!

    pasen por mi blog!!

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  2. ¡Qué lindo es recordar todos esos momentos mi amor! ¡Qué bien que la pasé ese día! Lástima que el parque estaba cerrado... jejeje

    Te amo

    Lolita

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  3. Se ve que es un lugar precioso. Los paseos en barco tienen algo de romántico que me gusta mucho compertirlos con mi chico.

    Un besito ;)

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  4. Es hermoso el Tigre, yo fui no hace mucho con los niños, pero un dia que estaba el parque abierto, sabran como habremos terminado de cansado repartiendonos por los juegos.
    Me alegro que compartan tantas cosas lindas. Y espero que un dia puedan ir pero con el parque abierto, jejeje.

    Besos,
    Anjolie

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  5. hayyy que amooor :)
    nada mas para decir
    Besos!

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  6. Me muero de intriga por saber la diferencia de edad que tienen y cómo se conocieron, eso no está en el blog... y el brote de la relación es muy interesante, sobre todo para el lector!... ja, ja...

    Larga vida a ustedes dos

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  7. Gracias a todos por sus comentarios.
    Alicia en el país, nos llevamos cuarenta y un -sí, leyó bien, 41- años de diferencia.
    Este dato está en varios post de los doscientos y pico que escribimos.
    ¿Cómo nos conocimos?
    También está escrito: Loli escribió a una editorial para publicar su primer libro, a los 16 años, y yo fui su editor.
    La relación hace brotar a muchos, créame.

    A usted, también gracias por su comentario.

    El Profesor

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  8. Qué bueno, Lolita!, sobre qué escribís?... yo también escribo desde hace un tiempo, ahora tengo 17. Ojalá algún día pueda editar algo. Su historia es de película.

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  9. Me encanta cuando cuentan los paseos que hacen! No conozco el Tigre, es algo q quiero hacer con mi novio si no podemos ir al mar.

    Otra cosa: Leyendo los comment me di cuenta que yo tampoco había leido como se conocieron! Q raro porque lei todo el blog y siempre me pregunté lo mismo, y asumí q no lo habían publicado por las dudas, para q no los identifiquen. JAJAJA me hice toda la pelicula!

    un abrazo a los dos!

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  10. Y Lolita si publico su libro??? de que se trataba Lol? si se puede saber.

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  11. Coincido plenamente con la belleza actual de Tigre!
    No se en que heladería habrán ido a parar, pero de haber sabido antes, les recomendaba una frente al río, en la que verdaderamente hacen manjares!!
    Me confieso una fanática total del helado, asi que cuando Loli regrese para Bs As, les paso data de algunas que bien atrás dejan a Freddo, Perssico, y otras tantas de renombre!


    Un beso grande para los dos!
    Tin (agustina)

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  12. Me hicieron desear ir al Tigre, pero un finde!!!!
    Fui hace mucho tiempo, y pasamos un domingo en la última isla del recorrido (creo que se llamaba El Palmar). En esa época, te regalaban repelentes a patadas, jajajaa!!!

    Lástima que el Parque estaba cerrado, pero el paseo, se nota, que estuvo buenísimo!!!!

    Besotes a ambos!!!!

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  13. Uno de los lugares más hermosos que tiene esta Ciudad y a pocos minutos de los principales barrios.

    Acertada elección la de Lolis. Suelo ir algún que otro finde, pocas cosas transmiten tanta paz como el silencio del río.

    Un beso grande para los dos.:-)

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