sábado, 9 de enero de 2010

Regalos de Navidad

–¡Papiiii, mi amor! –la sonrisa de Lolita, cuando bajó del micro y me vio, le iluminó la carita y, de paso, hizo salir el sol en esa mañana gris y plomiza de diciembre, en la que había dejado de llover pocos minutos antes que ella llegara.
Mientras iba hacia ella para abrazarla, vi la gran bolsa de plástico blanco con la que había bajado del ómnibus. La había traído con ella todo el viaje, porque el equipaje que estaba en el maletero del micro, lo recogí yo.
–¡Cómo esperé este abrazo, Loli! –le susurré al oído, sin soltarla, mientras con la otra mano le daba la propina al muchacho que descargaba las valijas.
Dos minutos después, estábamos en el auto, rumbo a casa, y Loli seguía cargando la gran bolsa de plástico. Adentro, había una caja de considerables dimensiones, envuelta en papel de regalo y con un moño rojo.
–¿Qué es ese paquete, Princesita? –le pregunté, después de las primeras efusividades del encuentro.
–Ah... sorpresita –me dijo, y me regaló una de sus más hermosas sonrisas pícaras.
Cuando entramos a mi casa lo primero que vio fue el arbolito de Navidad, el que habíamos planeado juntos en el viaje anterior. Dejó la bolsa plástica sobre la mesa, buscó en su cartera y sacó una cajita. Sin decir una palabra la abrió y mientras yo llevaba su valija al cuarto, se quedó trajinando junto al arbolito.
Al regresar, las luces de colores habían empezado a titilar. Como me lo anticipara, había comprado las luces para el árbol de Navidad.
–¡Mirá! –me dijo, acercándose a mí.
–Las lucecitas, Loli –le dije, y volví a abrazarla.
Estuvimos un par de minutos en silencio, mirando el árbol, que lucía mucho más con las luces de colores.
–Ahora... tengo que darte algo de parte de Papá Noel –me dijo, y señaló la gran bolsa blanca sobre la mesa.
–Pero Loli... hay que ponerlo en el arbolito y abrirlo a las...
–Shhh... –puso uno de sus deditos sobre mis labios–. Dale, abrí el paquete, es el regalo de Papá Noel para vos y me dijo que tenía que entregártelo ni bien llegara.
–Pero Loli...
–Dale, abrilo... –insistió.
Entre los dos sacamos el paquete de la bolsa.
–Dale, Gordi, hay que romper el papel... –me dijo.
Yo le había dicho lo mismo el día que le hice el primer regalo, en el restaurante donde cenamos, cuando ella con todo cuidado quería desenvolver el paquete sin dañar el envoltorio.
De manera que rasgué la envoltura y cuando cayó el papel, me di cuenta porqué la caja era tan grande.
Era la caja de la máquina de café express.
Creo haber mencionado antes que tanto a Lolita como a mí nos gusta el café express de máquina, bien fuerte, y que cada vez que tenemos oportunidad, nos vamos a esos locales de Havanna o Bonafide a tomarnos un cafecito bien cargado.
Uno de esos días –aunque no recuerdo cuándo fue–, le expliqué que el secreto de ese café que tanto nos gustaba estaba en la máquina. Y que creía haber visto que existían máquinas similares a las de los bares, pero para la casa.
Y ella no se había olvidado de ese dato. Ahí estaba.

La máquina para hacer café express en casa.
–¡Pero Loli! ¿Cuánto te costó esto?
–Nada, nada –dijo–. Y el gordito ése de la barba blanca y el traje rojo me dijo que si preguntabas esto, te dijera que no preguntaras pavadas.
–Pero.. Pero...
–¿Pero qué? ¿Te gusta, mi amor?
–¡Claro que me gusta! –dije, sacando la máquina de la caja y llevándola al lugar donde sigue estando.
–Es uno de tus regalos de parte de Papá Noel, mi cielo. ¡Feliz Navidad! –dijo, con los ojitos llenos de chispitas.
–A ver, Loli... sacá el manual y vamos a ver cómo hacemos un cafecito.
–No, no –dijo, y se acercó a mí, hasta que sentí todos los relieves de su cuerpo pegados al mío.
–¿No querés tomar un café? –le pregunté. Es imposible que Loli se niegue a una tacita de café express a esa hora de la mañana.
–Sí, pero después –me contestó.
–¿Después de qué?
–Después que te dé el otro regalo que tengo para vos.
–¿Otro regalo?
–Mhhh-hh...
–¿Otro regalo más?
–Ajá. Papá Noel está generoso con vos esta Navidad, gordi.
–¿Qué otro regalo, Loli?
–Vení que te muestro... –me tomó de la mano, para que la siguiera–. Este tengo que dártelo ahí... –dijo, señalando la puerta de mi dormitorio, y haciéndome uno de esos mohines de nena traviesa que me hacen perder la cordura.

El Profesor
Foto: Lolita

8 comentarios:

  1. Usted si que tuvo una feliz navidad, Profesor!!!

    Suerte a ambos...

    La Fox

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  2. Vaya suerte la del profesor...y yo que me creía afortunado.
    Supongo que mi terapeuta les agradece los $$$ de la sesión del lunes...
    Slds, los sigo, me gustó esto.

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  3. Siempre es buena una cafetera, bueno para los que les gusta el cafe, bonito regalo

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  4. Seguro Loli trajo el postre para compartir con el café jeje
    Besos

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  5. Dulce, siempre tan dulce esta niña mujer.
    ¿Se ha dado cuenta usted que Loli nunca deja de sorprenderlo? Eso es magnífico en una relación...

    Les dejo un beso grande y mis mejores deseos para este 2010.

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  6. ¡Papi!
    ¡Qué hermoso post! Me alegro que te hayan gustado tanto mis regalitos... pero hay que contar luego que vos también me diste los tuyos...
    Debemos reconocer ambos que fue una navidad maravillosa la que pasamos juntos. Jamás vamos a olvidar lo especial lo que fue para nosotros y cuántas alegrías tuvimos.

    Un beso enorme

    Te amo

    Tu Lolita

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  7. me encanta todas las cosas que ponen, ella parece que es re tierna, y el re dulce con ella ♥
    Los tengo en mi lista de blogs, un beso

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  8. Con tanta ternura en casa, y además ahora con la cafetera express, ya veo que vas a salir poco a pasear.

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