martes, 30 de marzo de 2010

De peluches e infidelidades

El jueves 11 de marzo, después de cenar en Pizza Libre con Loli decidimos buscar un lugar para que yo pudiera revisar los correos electrónicos, después de dos días de no tocar una computadora.
Ella, como es habitual, después de abrir diez páginas a la vez y pegar una ojeada, había terminado. Yo tenía algunos correos de trabajo importantes que tenía que contestar porque implicaban dinerillos, así que me quedé escribiendo, mientras ella se fue a comprar unos chicles y a dar una vuelta por ahí, ya que una vez que termina con lo suyo tiene una curiosa tendencia a aburrirse con facilidad.
De pronto apareció corriendo, con una expresión que yo le conozco.
–¡Paaaaapi!
–¿Qué pasa, Loli?
–¡Lo tengo! ¡Ya casi lo tengo!
–¿De qué hablás, corazoncito?
–¡Al muñeco! ¡Casi lo tengo!
Acá debo hacer una aclaración, aunque creo que ya lo he mencionado: Lolita es una entusiasta de esos juegos que consisten en poner una moneda o una ficha en una ranura, pararse delante de una cabina de vidrio en cuyo interior se amontonan decenas de muñecos de peluche y tratar de conseguir ganarle a la máquina y, como premio, llevarse un muñeco.
No sé cuántas veces le expliqué que los propietarios de ese tipo de máquinas –del mismo modo que las tragamonedas–, no están en el negocio de regalar muñecos a bajo precio sino, por el contrario, de conseguir que un montón de personas –en especial los niños–, dejen una considerable cantidad de monedas de un peso o fichas por valor equivalente antes de poder llevarse a casa uno de esos peluches porque, la verdad, es bastante difícil sacarlos. Diría que es casi un arte el conseguir que caiga en el receptáculo en el que uno puede meter la mano para apropiárselo.
A Loli no le interesa.
Cuando se le pone algo entre ceja y ceja, como es sacar un muñeco, es capaz de seguir poniendo monedas hasta conseguirlo.
–A ver, mi vida... ¿qué necesitás, Princesita?
–Vos, vos... ¿vos tendrías una moneda de un peso para prestarme, Gordi?
–¡Pero sí, mi amor! ¿Cómo no te voy a prestarte una moneda? Tomá –le dije, entregándosela–. Y no te la presto, te la regalo...
–¡Sha vengo..! –dijo, y salió pitando dejándome con la palabra en la boca.
Volví a concentrarme en terminar el correo que estaba contestando, y cuando ya estaba a punto de finalizarlo, la vi venir.
Sonreía, radiante, mostrando esa hilera de dientes perfectos que tiene. Le brillaban los ojitos y tenía las manos detrás de la espalda.
–¿Y, Loli? ¿Cómo te fue? ¿Pudiste sacarlo?



HOLAAA... ¿QUÉ SE CUENTA? ¿CÓMO ANDAS, AMIGO? –dijo, impostando la voz, como cuando hace “personajes”.
También tengo que explicar que Lolita es una experta en eso de inventar voces y personajes. Por ejemplo, en algún momento hacía que la mascota que tenía (la que se murió y que descansa en paz debajo de un árbol en el jardín) me saludara o iniciara algún diálogo ocurrente.
Ahora estaba haciendo lo mismo, al tiempo que me mostraba el muñeco que había escondido detrás de la espalda, un simpático ratón con carita entre cómica y tristona, que había conseguido arrebatarle a la máquina con esa moneda de un peso que me había pedido.
–Hola, ratón...
¡NOOO ME DIGAS RATÓN! –me contestó el ratón, usando la voz de Loli.
–Bueno, ¿y entonces cómo te llamo?
ESO LO VEREMOS, AMIGGO –dijo Loli, y se rió–.
PERO MIRA... TU PARECES SER UN BUEN TIPO, ¿EH?
–Bueno, no sé, acabamos de conocernos...
SÍ, SÍ, LO ERES... ELLA ME LO HA DICHO –me contestó el ratón, señalando a Loli con una de sus manitas–.
POR ESO ES QUE ME ATREVO A PEDIRTE UN FAVOR, ¿EH?
–¿Ajá? ¿Qué puedo hacer por vos?
OYEEE... MIRA... TE EXPLICO, RESULTA QUE ALLÍ, DE ESE LUGAR DEL QUE ME RESCATÓ LA NIÑA AQUÍ PRESENTE, QUEDÓ MI ENAMORADA, ¿VES?
–¡Ah! ¡Mirá vos!
SÉEEE... Y MIRA, SI TUVIERAS TÚ OTRA MONEDITA, LA NIÑA ACÁ PRESENTE, ME HA DICHO QUE LA VA A RESCATAR PARA QUE PODAMOS ESTAR JUNTOS COMO VOSOTROS...
–¡Oh! ¡Están enamorados!
BUENO, BUENO... DIGAMOS QUE SÍ... PERO DEJA YA DE DAR VUELTAS... ¿ME DAS O NO ME DAS ESA CONDENADA MONEDA? –me contestó la voz de Loli-Ratón, apremiante.
–Bueno, sí. Se la doy a ella. A ver... Mirá, por las dudas le doy dos monedas... Por si falla una, ¿eh?
¡GRACIASSS AMIGO! ¡ERES UN BUEN TIPO, COMO DECÍA LA NIÑA! ¡YA REGRESAMOS! –me contestó la voz del ratón y Loli volvió a salir pitando.
Ya estaba cerrando el correo cuando los vi entrar. Cabizbajos, decepcionados y tristones.
–¿Qué pasó, Loli?
–¡Uh! Nu salió...
–Bueno, Loli... pero te sacaste uno, ¿eh?
–Shi...
¡CLARO..! ¿Y YO QUÉ, EH? ¿QUÉ NO VES QUE NO HE PODIDO RESCATAR A LA MUÑECA QUE ME HACÍA CARITAS?
–Bueno, ratón... tranquilo –le dije, tratando de no largar la carcajada, mostrándome circunspecto–. Si querés vamos ahora y...
NO, NO, ES QUE HA CERRADO EL CONDENADO LOCAL...
–¡Uh! ¡Qué mal!
–Shi... –dijo Loli–. Cerraron y ahora ya no puedo sacarle a su amiguita, Gordi.
–Bueno, Loli. Mañana volvemos, si querés.
–¿En serioooo?
–Sí, claro –le dije, abrazándola y dándole un beso–. Ahora, si querés, para ver si podemos sentirnos mejor, qué les parece si nos vamos a buscar una de esas heladerías artesanales que todavía no conocemos, ¿eh?
–¡Siiiiii! –exclamó, y lo miró al ratón, y el ratón me miró a mí–. ¿Querés tomar helado con nosotros?
¿HELADO? ¡CLARO! ¡ME ENCANTAN LOS HELADOS!
Así que un rato después estábamos sentados zampándonos el cuarto kilo de helado de rigor, cuando de pronto el ratón, nuestro nuevo amigo, que estaba sentado a un costado y hasta parecía estar sonriendo, dijo:



ESTÁ BUENO ESTE HELADO, ¡EH!
–Jajaj ¿Te gusta? –le pregunté.
PUES CLARO QUE ME GUSTA, TANTO COMO A LA LOLI...
–Ah, ¡mirá vos! ¿Ya se te pasó la tristeza por no haber rescatado a tu novia?
OYE... –dijo, bajando el tono de voz y movió una manito, indicándome que me acercara.
–Sí, decime.
NO ES TAN GRAVE, DESPUÉS DE TODO... ES QUE ME PARECE QUE ESA CHAVA ME ERA INFIEL...
–¡No me digas!
SEEE... HABÍA UN OSO AL QUE LE HACÍA CARITAS, LA MUY GUARRA.
–¡Uh! Loli: ¿viste lo que dice el ratón?
¡QUE NO ME DIGAS “RATÓN”! –me contestó.
–Bueno, bueno, tranquilo... Ya te vamos a buscarte un nombre...
–Eso, te vamos a buscar un nombre –terció Loli, que volvió tomada de mi mano, feliz, llevando en la otra su nuevo peluche. Me da una ternura indescriptible, cuando Loli juega así, como si todavía fuera una niñita con esa imaginación portentosa que tiene.
Y la historia del ratón, nuestro nuevo amigo, no terminó ahí. Aún no conocíamos ni su nombre, ni su nacionalidad. Pronto nos íbamos a enterar. Jajaj
Continuará.

El Profesor

Fotos by Lolita

9 comentarios:

  1. Mi vida!

    Jejeje... ¡Lo relatás tal cual pasó! ¡Cómo te acordás de todos los detalles y de todas las palabras de nuestro amigo!
    Y si, la verdad es que ese simpático animalito de peluche va a pasar a la historia...

    Te amo.

    Tu Loli

    ResponderEliminar
  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  3. Peluchito..yo tambien hallé uno, en otras circunstancias que ya he escrito...y es por ahora mi unica compañia. Gente va y viene, pero esos peludos amigos son los unicos que nos conocen en tiempo y forma al estar muy cerca de nosotros. Ya le hallarán una pelucha que siempre lo acompañe y que no le haga ojitos a los peluchos de la calle. Asi que de ahora en adelante a ahorrarle al bolsillo para que a ese peluche lo atasquen del helado que le guste =)

    Cuidense.

    ResponderEliminar
  4. Jajaj ¡LEVANIA!
    Ni te imaginás...
    Lee la continuación, que te llevarás una sorpesa, te lo aseguro. :)

    El Profesor

    ResponderEliminar
  5. Y es que cuando a una mujer se le pone algo en la cabeza,ni quien la mueva de ahi.

    Que se sigan divirtiendo!

    Bienvenidos a la casa de La Tentación, sientanse cómodos.

    ResponderEliminar
  6. Qué bueno. Jamás había conocido a nadie que pudiera sacar un muñeco de esas máquinas. Me alegro.

    Saludos a los dos.

    ResponderEliminar
  7. Un peluche siempre será el mejor amigo de una mujer y tambien el mas fiel y leal y otras vainas que no entienden ni comprenden los hombres.

    ResponderEliminar

Puedes dejar aquí tu comentario, aunque te pedimos que si lo que piensas escribir está cargado de prejuicio a causa de no haber vivido una experiencia similar a la nuestra... lo pienses dos veces.

Haremos todo lo posible para que tu comentario te sea respondido a la brevedad.

Muchas Gracias.

Lolita y El Profe