miércoles, 21 de abril de 2010

Cuando te conocí

Cuando te conocí, hacía tiempo que no te divertías tanto como luego me confesaste que te divertías conmigo. Hacía tiempo que algo no te ilusionabas de tal manera como lo hace ahora esperarme en la terminal de Retiro o bajarte del micro en la estación de Córdoba y envolverme en un fuerte abrazo.
Cuando te conocí, tu alimentación era fundamentalmente carnívora y basada en la harinas (es decir, en el pan) y desde que te lo aconsejé, en tu heladera siempre hay algún vegetal y alguna fruta para alimentarte de manera más sana.
Cuando apareciste en mi vida, estabas acostumbrado a solucionar las cosas solo, a guardarte los miedos, las angustias y las tristezas y conmigo te diste cuenta que lo importante era expresarse porque yo siempre estoy para consolarte y apoyarte en lo que sea.

Cuando te conocí, hacía años que no escribías una carta de amor, que no regalabas tarjetitas con ositos, que no sorprendías a alguien con un ramo de jazmines y que no recibías como regalo de aniversario un gran oso de peluche y una tacita de cerámica con una inscripción de “Te amo”.
Cuando nos encontramos, ya te habías olvidado lo que era subirse a los juegos del parque de diversiones, ir al cine y pasar la película tomando de la mano de alguien, visitar un zoológico o dormir abrazado a un oso de peluche. Ya te habías olvidado lo que era cocinar para otra persona, hablar hasta altas horas de la noche con palabras amorosas y dormirte luego de besar una fotografía y pensando en la persona amada.
Cuando te conocí, casi no salías de tu casa, divertirte era parte del pasado y tu modo de ser tan juguetón y espontáneo había quedado olvidado en algún rincón.
Cuando la vida nos cruzó hace tres años, ya no recordabas lo que era dormir pegado a un cuerpo calentito, besar infinidad de veces los labios de una mujer, pintar las uñitas de sus pies y secar un par de lágrimas que se escaparan durante algún momento difícil o emotivo. Hasta ese entonces no conocías lo que era regalar medias de Lolita, comprar Tic- Tac de naranja y comer lomitos “El ruedo” en la peatonal cordobesa.
No recordabas lo que era reírse hasta que te duela la panza, hacerte el payaso públicamente motivado por un gran sentimiento de alegría y crear un sistema de códigos que sólo vos y alguien más comprendiera.
Cuando te conocí, hacía tiempo no experimentabas algunos pequeños placeres como tomar un helado en pleno verano, bañarse en una pileta de natación, recorrer un Shopping mirando vidrieras y comer un choripán sentado en un canterito del Parque Sarmiento.
Creo que desde que la vida nos cruzó tu vida cambió mucho.
Soy testigo de eso.
La mía también cambió para siempre.
Ambos nos transformamos porque dimos paso a ese hermoso sentimiento llamado amor.
¿No te parece, Papi?


Lolita.

7 comentarios:

  1. Sí, Loli. Es cierto.
    ¿Sabés? A veces pienso que cuando te conocí, volví a vivir, corazoncito.
    Gracias por ello.

    Te ama

    Tu Profe

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  2. Cuaando te conocí, me dijiste que por mi, no ibas a cambiar ♪
    Eso dice la canción, pero tu profe cambió, pero para ser una persona plena, y eso vale la pena

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  3. Me emocionó mucho esta entrada.
    Son muy tiernos y les deseo lo mejor =)

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  4. Es hermoso que puedan amarse tan plenamente y sentir como sienten!

    Besos!!

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  5. Qé lindoo lo qe escribiste!!
    kissesss!! ;)

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  6. Cuando uno ama, siempre cambia. Es mentira eso de que siguen siendo los mismos, pero acompañados. Cambian, y si son personas inteligentes se potencian y vuelven a vivir en plenitud.

    Saludos!

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