jueves, 15 de abril de 2010

¡Nosabésquémepasó!

¡Ring! ¡Ring! ¡Ring!
–Hola...
–¡Paaaaaaapiiiii!
–¡Loli!
–¡Nosabésquémepasó! –dijo Loli, con una vocecita de angustia que conozco y no me gusta volver a escuchar.
–¿Qué pasó, Princesita? ¿Estás bien?
–Shi...
–¿Seguro? ¿Qué pasó, Loli? Dale, contame.
–Que… que… ¡quemeasaltaron!
–¿Eh?
–Shi... ¡Snif! ¡Snif! –la imaginé, del otro lado del teléfono, con lagrimitas que le corrían por las mejillas.
–¿Pero cómo..? ¿Adónde..?
–Acá, a la vuelta de casa...

Resulta que el pasado miércoles siete Loli, que está en vías de recomponer la relación con su mamá, había ido con ella al cine y cuando salieron se fueron a tomar un cafecito, porque no era demasiado tarde, aunque ya empezaba a oscurecer.
Cuando terminaron, se tomó el colectivo –que a esa hora iba atestado de gente– y cuando estaba en viaje la llamó el padre, porque se estaba haciendo de noche.
No advirtió que, en ese momento, alguien la estaba mirando.
Volvía con su bolso enorme, cargada con apuntes de la facultad, su cajita de lapiceras, billetera, celular y todo lo que Loli suele cargar de un lado para otro, y bajó en la parada de su casa, cuando ya había oscurecido.
Ni bien dio unos pasos, se dio cuenta que atrás de ella bajaba un muchacho y, perspicaz e inteligente como es para las conclusiones, por las dudas apuró el paso, cruzó a la vereda de enfrente y enfiló para su casa, caminando rapidito porque no había ni un alma en la calle.
En ese momento escuchó, a sus espaldas la voz:
–¡Chist! ¡Ey!
Loli se dio vuelta sin dejar de caminar y comprobó que era el muchacho que se había bajado detrás de ella y se le acercaba caminando muy rápido.
No le contestó y, por las dudas, ella apuró más el paso.
Pero el tipo era más alto y no le fue difícil alcanzarla.

Y así, sin más, la agarró de un brazo.
–¡Eyyyyyy! –gritó Loli, soltándose de un tirón, pero el tipo volvió a agarrarla–. ¡Soltame! –le dijo, tratando de zafarse.
–¡Dame la cartera o te mato! –le dijo el tipo.
Me la imagino, bajita como es, pero con la fuerza que tiene a fuerza de gym, asustada, pero resistiéndose, hasta que ese tarado que se anima con una jovencita porque no debe tener temple para asaltar a un hombre, le dio un golpe para arrancarle la cartera, que Loli no largaba.
–¡No sabés cómo empecé a gritar, papi! –me contaba, por teléfono, y yo podía imaginarla, tironeando y pegando alaridos, aunque se sabe que en este país en el que vivimos la inseguridad ha llegado al punto en que cada uno trata de salvarse y no meterse aunque vea que están atacando a un semejante.
Como era de esperarse, y dado que el tipo era bastante más grande y fuerte, al final le arrancó la cartera y salió corriendo.
Loli llegó a su casa y después de contarle a su papá lo que había pasado (porque en el bolso estaban las llaves), me llamó.

–¿Qué hago ahora, Papi? El celular, la billetera... ¡Y los cuadernos de la facu!
–Bueno, Loli... tranquila, mi chiquita... A ver, todo se puede solucionar, ¿sí? Tenés que tranquilizarte... llorá un poquito para sacarte el miedo y yo estoy acá y te espero y sentí cómo te abrazo, ¿sí?
–Shi... ¡Pero Papiiii! ¡Los cuadernos de la facu y mi cajita de lápices! ¡Snif! ¡Buaaaa!
–Tranquila, Princesita. Ya lo arreglamos, ¿eh? Perá.. calmate, ¿sí? Respirá hondo y escuchame, ¿sí?
–Shi... ¡Snif! ¡Snif!
–Lo primero que tenés que hacer es llamar a la empresa de celulares y denunciar el robo, ¿sí? Y a la policía, ¿sí?
–La policía no te hace caso, Gordi... ¡Snif!
–Entonces denunciá el robo del celular, dale... Corto, llamá y avisame cuando termines, así puedo llamarte otra vez, dale...
– (...)
¡Ring! ¡Ring! ¡Ring!
–¿Holaaaaaaaaaa? –la voz de Loli, entusiasmada.
–Hola, Princesita...
–¡Papppiiii! ¡No sabés lo que pasó!
–No, mi vida, ¿qué pasó? Contame.
–¡Un vecino encontró mi bolso! Mi papá fue a buscarlo...
–¡Qué bueno, corazoncito! ¡Cuánto me alegro!
–Estaba todo: los apuntes, la caja de lápices, las llaves...
–¡Qué alegría me da, bebi!
– (...)
–Pero... Gordi...
–¿Qué, Loli?
–Ahora no tengo el “celu”. Y no sé cómo voy a hacer para comprarlo.
–Mmmm... A ver, a ver...
–¿A ver qué, Gordi?
–A ver si tenemos un poquito de ilusión, y a lo mejor lo arreglamos, ¿sí? Si le ponés un poquito de esperanza, a lo mejor...
–¿A lo mejor qué, Papi?
–¡Ahhh! ¡No sé!
–Dale, dale, dale...
–No, no. Tené paciencia, Loli. Y ponete hielo en el pómulo para que se te vaya el machucón, ¿eh?
–Shi, Gordi.
–Y desinfectate el dedito, si lo tenés lastimado, ¿eh?
–Shi, Papi.
(...)
¡Ring! ¡Ring! ¡Ring!
–¿Holaaaaaaaaaaa?
–Hola, Princesita...
–¡Holi, Gordi!
–¿A que no sabés qué te voy a pedir?
–Mjm... Nu shé...
–Decile a tu papá que me pase los datos de su cuenta, así le hago una transferencia...
–¿Quéeeeeeee?
–Eso, lo que escuchaste.
–¿Quéeeeeeee?
–Loli, mi vida, dejá de preguntar “¿Queeeeeeee?”, y hacé lo que te pido.
–¿Quéeeeeeee? ¿Qué le vas a transferir, eh eh?
–El dinero para que repongas tu celu, mi vida.
–¡Noooooooo!
–Sí, corazoncito.
–¡Noooooo!
–Que sí, Princesita. Pero, si no querés...
–¡Gordiiiiiii! ¡GRACIAS! ¡GRACIAS MI AMOR! ¿Me vas a dar la plata para el celular?

–No, te lo voy a regalar.
–¿Ehhh? ¿Y de dónde sacaste el dinero..?
–¡Ah! ¡Eso es un secretillo!
–Dale, dale, dale... contame.
–¿Viste que te dije que no había que perder la ilusión?
–Shi...
–Bueno, ¿ves? Cuando uno desea algo mucho, mucho... La suerte ayuda, Loli.
–Gordi...
–¿Mhhh-hh?
–Te amo. TE AMO.
–Y yo a vos, Princesita.
–Nunca antes me había sentido así, mi amor... Desde hace casi tres años experimento una sensación hermosa... y todo te lo debo a vos. A tu lado me siento protegida. A tu lado me siento segura. Gracias por protegerme, por estar ahí, por pensar en mí en todo momento, por darme los gustos, por ayudarme...



Y bueno, el resto de lo que Loli me dijo, lo leyeron en el post anterior, que ella escribió.
El martes, menos de una semana después que le robaran el celular que ella tanto quería porque tenía tecladito, ya lo tiene de vuelta y, como si fuera poco, como cambió de plan –por una sugerencia del suscripto y de una promotora–, le sobró una considerable cantidad para comprarse algunas prendas a las que le había echado el ojo.
Y esa misma noche lo estrenó, llamándome para decirme cosas lindas, antes de irnos a dormir.

El Profesor

7 comentarios:

  1. ¡Papi!

    Yo tengo que agradecerte a vos por todo lo que hiciste por mí desde el momento en que te llamé angustiada y preocupada. Aunque la bronca segía, después de hablar con vos y escuchar tus palabras de consuelo sentí una paz inmensa. Sentí que no estaba sola y que estabas a mi lado, abrazándome y secándome las lágrimas... Gracias por ser así. Gracias por amarme tanto y darme los gustos que están a tu alcance. Puedo decir orgullosa que tengo en mi vida al hombre más maravilloso...

    Te amo con todo mi ♥

    Loli

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  2. Hijole, que mala onda, pense que la inseguridad era exclusiva de mi ciudad y veo que es en todos lados. No me gusta decir esto, no tendría por qué hacerlo, se supone que las autoridades deben hacer sentir seguros a los ciudadanos y protegernos, pero es sabido bien a que se dedican los señores ¬¬, pero agradezcamos que a la Lolis solo le dieron un sape, por lo menos aquí en las calles si no entregas el cel(hasta por un triste celular!!), te matan de inmediato. Sobate Lolis, esperemos en Diosito que no vuelva a ocurrir, pero de ser asi(toco mil maderas) mejor entregar lo que piden sin jaloneos, nunca se sabe con qué loco se topa uno en ese momento. Y hacer las denuncias correspondientes, Que por nosotros como ciudadanos, no quede en una anécdota.Un abrazo a los dos.

    Cuidense.

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  3. Gente, uds. dos me matan de la ternura. Son la muestra de que aún hay gente que se enamora de verdad. Son lo más!

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  4. Si a mi me roban mi celular tendré algun profe que me regale otro taaan bueno como ese??? Jajaja besos a ambos!

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  5. Que bajón! Lo que más me dolería son los apuntes! A veces son irrecuperables!

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  6. paciencia..ilusión..esperanza..

    no cualquiera las tiene, como ustedes.

    abrazo

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