martes, 29 de diciembre de 2009

Paseo de la Costa

El sábado a la madrugada, luego de una agradable cena íntima post festejos de Nochebuena y Navidad, estábamos con Lolita dispuestos a descansar de tanto ajetreo, cuando de repente... ¡Zas!
La casa a oscuras.
–¡Uyyy! ¿Qué pasó? –gritó Loli, desde el dormitorio.
Salí a tientas del baño, tratando de no llevarme nada por delante, y ella ya estaba ahí, buscando las velas en el cajón.
–Se cortó la luz, Loli...
–¡Ufa! ¡Como en mi casa!
–Ya va a volver, mi vida. No te inquietes. Vamos a dormir...
De manera que sin turbo o ventilador de techo, en una noche pegajosa y de mucho calor, nos fuimos a la cama creyendo que era un corte programado para ahorrar energía en este verano tan agobiante, con tanto aire acondicionado encendido día y noche.
Macanas.
A la mañana, cuando nos despertamos, seguíamos sin luz y con la heladera llena de comida perecedera.
Ni siquiera pudimos hacernos el cafecito express al que Loli me tiene acostumbrado con su regalo maxi-sorpresa de Navidad.
A las once de la mañana, seguíamos sin luz.
Y a las doce.
A la una de la tarde, Loli decidió tomar cartas en el asunto, eligió para el almuerzo lo que podía ser más perecedero y rezando para que la empresa de electricidad tomara cartas en el asunto, comimos, después de hacer el reclamo y enterarnos que un desconocido alcoholizado al volante se había llevado por delante una caja de distribución, que dejó a más de la mitad del barrio a oscuras.
A las dos de la tarde, sofocados por el calor que apretaba y la humedad que empezaba a subir en vaharadas, el que tomó una decisión fui yo.
–No vamos a quedarnos acá, Loli –le dije.
–¿Y adónde vamos?
–Al río, mi amor.
–¿Ehhh?
–Sí, al río. A un lugar que conozco que está en Vicente López, en la costa del río.
–¿Llevamos la mallita? –preguntó Loli, cargando su bolsito de salir más rápido que un bombero.
–No, no. Ahí no puede bañarse uno como en los ríos de Córdoba. Pero vas a ver qué lindo es el lugar...
–¿Llevamos los toallones de playa nuevos?
–No, Loli... creo que no es necesario.
–¿Te parece?
–No hay arena, corazoncito.
Y salimos rumbo al Paseo de la Costa, que empieza más o menos a la altura de la calle Pacheco de Melo, en Vicente López, aguantándonos el calorón bonaerense (tan sofocante como el cordobés) de las tres de la tarde.
Un rato después, llegamos, casi deshidratados por el calor y calcinados por el sol a ese lugar que yo recordaba haber pasado gratos momentos y en el cual los árboles no sólo habían crecido sino que se habían multiplicado.
–¿A qué juegan esos señores? –preguntó Lolita, señalando a un grupo de hombres de la tercera edad reunidos alrededor de un espacio rectangular.
–Al tejo, Loli...
–¿Y cómo se juega?
–Vení que te muestro...
Nos sentamos en un banco rústico, junto a la canchita que en el verano de 2001 era sólo de tierra apisonada y que ahora tenía arena y estaba encajonada con troncos y empecé a explicarle a que el juego del tejo era más que un juego, un rito, casi una ceremonia.
–Mi amor...
–Mhh-hh...
–Yo, yo...
–Ya sé, tenés sed, Loli. Vamos a comprar algo allá –le dije, como si le adivinara el pensamiento, señalando unos locales que se veían a una cuadra de distancia más o menos.
–No, voy yo. Vos quedate acá sentadito –me contestó, y salió caminando rapidito.
Unos minutos después, mientras yo miraba con atención cómo uno de los contendientes medía con un compás la distancia entre un tejo blanco y otro celeste, Loli volvió con una Coca Light, pero con cara de pocos amigos.
–¿Qué pasa, mi vida?
–Nos embocaron-mal –dijo, destapando la botella, y revoleando los ojos, con ese gesto de desagrado tan de ella.
Me había olvidado de decirle que una de las desventajas del Paseo de la Costa es que todo lo que cuesta tres pesos en cualquier súper, ahí cuesta ocho con cincuenta.
Pero bueno. Un día como ese no era para llorar sobre la leche derramada, así que nos tomamos la Coca y se nos acercó uno de los jugadores, un simpático señor que resultó tener más de setenta años, habitué del lugar, con quien entablamos una amena conversación y que resultó ser uno de los primeros turistas de verano de Villa General Belgrano, cuando todavía no se llamaba así.
–Ahora vengo... –me dijo Loli, mostrando una vez más su inusual percepción para detectar lugares donde venden helados.
Unos minutos después estaba de vuelta con un helado de agua de tres gustos que compartimos observando el desarrollo del juego.
–¿No querés sentarte en el pastito? –me dijo Loli, después de compartir su helado conmigo.
–Me voy a ensuciar las bermudas, corazoncito.



–¿Viste? ¿Qué te dije? Tendríamos que haber traído los toallones de playa... Para sentarnos en el pastito –me contestó, haciendo uno de esos mohines que me provocan tanta ternura.


Nos quedamos un largo rato conversando con el señor jubilado y cuando terminó el partido –ganaron los tejos celestes por quince a cinco–, nos despedimos y nos fuimos a caminar por el paseo, aprovechando la brisa fresca proveniente del río y la caída del sol, agradeciendo para nuestros adentros que este año a nadie se le ocurrió cambiar el horario en verano.
Loli husmeó un poco en la feria de los artesanos –muy poco, porque dadas las festividades navideñas apenas si había uno que otro puesto abierto– y llegamos caminando casi hasta Olivos, deteniéndonos a mirar las carreras de autos a control remoto y a todos los desaprensivos que, pese a los carteles de advertencia, se van a dar un chapuzón en las aguas contaminadas del río.
Cuando llegamos a casa, rogando para encontrarnos con que había vuelto la luz, acalorados y famélicos, nos encontramos con las luces encendidas que no habíamos apagado la noche anterior y el ventilador de techo funcionando.
–Ahora voy a preparar algo de comer... –dijo Loli, entusiasta como es.
–Nada de preparar con este calor, Princesita.
–¿Y qué vamos a comer?
–¿Qué te parece una riquisísima pizza de jamón, palmitos, huevo duro picado, aceitunas negras, mozarella y salsa golf?
–¿En seriooo? –a Loli la pierden los palmitos.
–Pero sí, dulzura –le dije–. Dale, vamos a comprarla.
Y así terminó nuestro domingo, zampándonos esa suculenta pizza, mirando una película en DVD y haciéndonos todos los arrumacos que podemos y que tanto anhelamos cuando estamos separados.
–Mi amor... –me dijo Loli, antes de dejarse caer en el sueño.
–¿Qué, Princesita?
–Qué lindo día pasamos...
–¿Te gustó?
–Mhh-hh... Pero...
–¿Pero qué, mi vida?
–¿No deberíamos haber llevado los toallones de playa para sentarnos en el pastito?
–¡Ay, Loli! ¡Que te como! –le dije, antes de darle no sé cuántos besos.
¿Simple, eh?
A menudo los momentos más plenos, los que nos hacen más felices, son simples, si se disfrutan en compañía.


El Profesor
Foto tomada por Lolita

10 comentarios:

  1. suena tan rico todo esto..

    FELIZ NAVIDAD!!!
    la primera de un millon de ellas..!!




    ustedes con calor..
    y yo por aca con tremendo frio!!

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  2. Encantador blog el tuyo, un placer haberme pasado por tu espacio.

    Saludos y un abrazo enorme.

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  3. Si, si los momentos más simples son los mas grandes.
    Besos

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  4. Q lindo! Amo esa forma de amar que tienen.
    Besos

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  5. Antes que nada... No se porque, pero queiro decirlo... A mi tambien me pueden los palmitos... jajaja

    Pero hablando en serio, esas salidas yo las llamo "Dias especiales" y son una de las cosas mas hermosas que puede haber en una relacion =)

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  6. Que lindo!!! No importa lo malos ratos sólo lo que ponemos para mantenernos alegres...Loli se parece a Joa con eso de tener las cosas preparadas, jajaja...

    Besos,
    Anjolie

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  7. Maravilloso día!
    Me alegraron Con tan solo leerlo...

    Me encanta su blog....

    Besos y Éxitos!

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  8. Hola,es la primera vez q escribo:Yo tambien,soy su Lolita,para mi amor...

    Y la verdad entiendo todo lo q sentis,porq lo siento asi.

    Me encantaaaaa su Blog!!!!

    Los felicito y sean feelicesss!!

    una sonrisa :)

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  9. El río... cuántos recuerdos, viejos y nuevos!! En el río, en el puerto... amo ese lugar, lástima las tremendas construcciones que se mandan.
    Esos momentos, tan simples, tan lindos, hacen que uno tenga una sonrisa y quede un buen recuerdo. No hace falta nada tan grande, tan preparado.
    Besos a los dos y que comiencen al año de puta madre!!

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