sábado, 20 de marzo de 2010

Amigo infiel

Dicen que de todos los amigos del hombre, el más fiel es el perro.
Macanas.
La noche del viernes 12 llovía en Carlos Paz, cuando con Loli, famélicos ambos, salimos en busca del restaurante que habíamos elegido ese día y que nos sorprendió por la calidad de los platos y lo moderado de los precios, pese a que yo tenía el recuerdo de otras épocas, en las que en ese mismo lugar se comía muy mal y a la hora de pagar, lo asaltaban a uno a punta de pistola. La gente cambia y los lugares de comidas, también.
Cuando pasamos juntos esos días de cada mes, y como soy consciente que hasta el próximo no voy a poder hacerlo, trato de darle a Loli todos los gustos. Y entre todos ellos, está el helado después del almuerzo y de la cena.
Lolita, con sus modos suaves y persuasivos y su constancia, consiguió que yo retomara el gusto por los helados, que había perdido en algún recodo del camino. Así que ahora, en vez del clásico de “dos bochas” de Grido, por lo general compramos un cuarto kilo y lo despachamos entre ambos, porque tenemos gustos parecidos.
Hay que mencionar que Loli es casi una degustadora profesional de helados y, en lo posible, de helados artesanales, respecto de los cuales es una verdadera experta.
De manera que ahí estábamos, en una heladería artesanal del centro, sentados en la vereda (pese a que estaba bastante fresco), zampándonos un cuarto kilo de helado de naranja, frutilla y melón, cuando apareció él, y se quedó parado al lado mío mirándome con esa insistencia propia de los perritos de raza Can Street que andan sueltos por la ciudad.




–¿Qué andás haciendo por acá, perrito? –le pregunté.
Como es de esperarse, no me contestó, pero siguió mirándome con esa carita de “Dame algo de comer, macho, que estoy famélico...” Así que con la parte de atrás de la cucharita saqué un poco de helado de frutilla y se lo di a oler porque los perros primero huelen y después se lo zampan.
–¡Paaaaapi! –dijo Loli–. ¿Qué hacés? ¿Cómo le das con tu cucharita?
–Fue con la parte de atrás, Loli... tranquila.
Parece que lo que olió y le cayó bien, porque acto seguido se acercó un poquito más y le metió un lambetazo, y otro... y se lo comió.
Yo pensé –iluso de mí–, que el helado frío no iba a gustarle. ¡Qué no! Le gustó ¡y cómo!
A partir de ese momento, el babau se acercó más sin dejar de mirarme.
Resultado: ligó como cinco o seis cucharadas de helado del fondo... ¡Y quería más!
–¡Uh, Loli! –le dije–. ¿Y ahora cómo hacemos para que no nos siga?
–Nu she...
–¡Quiere más helado!
–¿Para qué le diste, Papi? ¡Te lo dije!
Yo me imaginé –otra vez, iluso de mí–, que esa fidelidad que tienen los perritos iba a hacer que nos siguiera hasta el hotel y ya estaba empezando a pensar en un plan para perderlo cuando pasó otro perro.
Se miraron. Se ve que ya habían sido presentados y que se conocían de antes.
Me los imaginé en un diálogo como éste:
"Qué hubo, che?".
"Acá, con este tipo que me hizo probar esto que me gustó".
"Bueno, dale, seguí, te espero".
El babau me miró a mí como si me dijera: “¡Uh, che! ¿No hay más helado?” y yo le mostré el recipiente vacío.
Se acercó más, lo olfateó, le pegó una última lambida y... se fue siguiendo al otro perro que debía ser su amigo de la calle.
Moraleja: los perros callejeros de las sierras cordobesas, son los amigos más infieles del hombre... y los más interesados (Mhhh-hh).
Con Loli nos volvimos a paso rápido al hotel antes que se largara a llover otra vez y porque el frío, estaba empezando a ser importante.

El Profesor
Foto by Lolita

9 comentarios:

  1. Que mirada más....mmm...qué perro tan serio. Ya debe estar acostumbrado a que lo rechazen,por eso no los siguió.La duda sería más bien que hubieran hecho ustedes si los seguía. ñ_ñ

    Yo tenia un gato que se comía los huesos de pollo que sobraban de la cena,nunca supe en qué momento les empezó a tomar gusto...extraño a ese gato.

    =(

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  2. Me muero de risa con la parte de la charla canina jajaja muy ingenioso profe lo suyo eh?, voy a tener en cuenta cuano vaya por Cordoba por lo de los perritos de la calle, procurare no comer helado cuando ande por ahi, un abrazo para usted y un beso para Loli.

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  3. Papi:

    ¡Muy buen relato de nuestra aventura de esa noche!
    Yo esperaba ilusionada que el perrito nos acompañara de vuelta al hotel y me llevé una desagradable sorpresa cuando lo vi irse con el otro... ¡Qué perro interesado!
    Me quedó muy mal concepto de él. :(

    Un beshote

    Loli

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  4. No lo juzges... él debe sentir lo mismo con las personas que se acercan a acariciarlo y luego se van... :(

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  5. Pobres de los perros callejeros, sufren un chingo cada día, cuanta hambre tenia el animal para comer helado. Pobre animalito. Perros callejeros tipico de las ciudades grandes.

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  6. Profe:
    Muy gracioso el post, pero sabe Usted los perros de la calle son amigos entre ellos, no se fian demasiado de las personas, es un mecanismo de defensa porque siempre los han rechazado.

    Suerte,
    Anjolie.

    PD: Gracias por su consejo

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  7. Ah Me quedé impregnado con el atardecer fresco de las sierras...

    abrazo

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  8. Lolita que niñeria, pobre perro apoco porque no los siguio es malo? acaso te lo hibas a llevar atu casa? Pobrecillo perro, se vuelven ariscos en las calles, la gente es muy cruel con ellos, y la gente es la mas infiel e interesada de toda la creacion. un saludo

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  9. Hizo bien el perro. Si los seguía iba a ser peor para él.

    Saludos.

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