El segundo martes de marzo, día en que el Profe llegó a Córdoba para pasar juntos la última semana de vacaciones, antes de que yo regresara a mis clases de facultad, fui a esperarlo a la terminal, como de costumbre.
Ambos nos ilusionamos con ese primer encuentro. El abrazo, el beso y el compartir un rico desayuno temprano por la mañana, mientras conversamos de las novedades y hacemos planes para los días que tenemos por delante.
Aunque todavía era temprano para el check-in, fuimos hasta el tradicional hotel al que ya nos habíamos acostumbrado (y al que nunca deberíamos haber reemplazado) donde una vez más, nos recibieron con una sonrisa y una cálida bienvenida. Sí, después de varios meses que no íbamos, ¡todavía se acordaban de nosotros! Nos permitieron entrar mucho más temprano de lo acostumbrado y hasta nos llevaron el desayuno a la habitación.
Entre la alegría, las fuertes emociones, los mimos, arrumacos y demás efusividades del encuentro, pasaron cerca de seis horas así que, obedeciendo a nuestros primitivos instintos de supervivencia, marchamos hacia un restaurante de la peatonal transformado ya en nuestro habitual lugar de almuerzo del primer día.
Luego que terminamos de comer el rico menú del día acompañado con dos Coca-Cola Light y el diario para leer y comentar las noticias, nos fuimos a caminar en dirección al hotel, dispuestos a echarnos una reparadora siestita, amén de lo que fuere menester, dadas las circunstancias.
Creo, queridos lectores, que hay algo que no mencioné en ningún post anterior y es el hecho de que El Profe, desde ya hace un mes, y porque yo se lo regalé ante su sugerencia, está haciendo una suerte de tratamiento en base a la ingesta diaria de la jalea real, una cremita que, al parecer (me consta y doy fe), tiene poderes mágicos de rejuvenecimiento y mantenimiento de la buena salud y que conseguimos en un criadero de abejas en uno de nuestros paseos de febrero.
Íbamos tranquilos y caminando tomados de la mano, cuando de repente mi Gordi vio un local de dietética y productos naturales. Se acercó a la vidriera y empezó a mirar.
–Mmm… caramelos de propóleo, baba de caracol, barritas laxantes de ciruela…
–¿Qué buscás, mi amor?
–¿Acá no tendrán jalea real?
–Mmm… sí, quizás. Sería cuestión de entrar y preguntar.
–Porque no quiero quedarme sin reservas cuando se me acabe la que tengo ahora.
–Entremos, Pa –le dije, tirando de su mano.
Adentro, una señora mayor, clienta ella, estaba guardando la mercadería comprada y ya se estaba yendo.
–Buenasssss –dijo el Profe con su habitual buen humor.
–¿Cómo le va, señor? –contestó cortesmente la vendedora.
Él echó un vistazo a todo el negocio mirando en los estantes y en el mostrador. Finalmente preguntó:
–¿Tiene usted la pócima de la eterna juventud?
La dueña no pudo evitar fruncir el ceño.
–No, aquí no la tenemos, caballero.
–... También llamada “jalea real” –agregó.
La señora mayor, que estaba a punto de retirarse, abrió muy grandes los ojos y exclamó, en tono bajito pero audible:
–¡Qué bueno eso! –Me pareció que quedó bastante entusiasmada y creo que quizás volverá en algún momento a comprarla para verificar el potencial de sus propiedades.
La vendedora buscó detrás del mostrador y sacó una cajita pequeña.
–¡Ésta es! –Dijo El Profe, entusiasmado, al reconocer el envase–. ¿Vio? Es la que me ayudó a llegar en estas condiciones a los ciento trece años…
A mí se me escapó la risita. ¡Siempre él tan creativo!
–Ah, ¿no me diga? Yo le daba apenas ciento nueve… –Le contestó la simpática dependiente, siguiéndole el tren
–No, no, tengo esta edad que usted puede apreciar, y me siento muy joven y vital.
–Me parece muy bien señor –contestó la joven–. No muchos tienen esa posibilidad…
Luego de cruzar unas cuantas palabras más en tono de chiste, mi Gordi pagó la mercadería y nos fuimos.
–¡Mi vida, sos terrible! ¡Cómo me hacés reír!
–Jejejeje… –Se rió travieso–. Quería conseguirla para seguir estando tan bien como hasta ahora… desde que empecé a tomarla, esa jalea real nos ha traído muchos beneficios… ¿No te parece, Loli?
–Si, es cierto Papi, muy cierto… ¡estás cada día mejor!
Lolita
Ambos nos ilusionamos con ese primer encuentro. El abrazo, el beso y el compartir un rico desayuno temprano por la mañana, mientras conversamos de las novedades y hacemos planes para los días que tenemos por delante.
Aunque todavía era temprano para el check-in, fuimos hasta el tradicional hotel al que ya nos habíamos acostumbrado (y al que nunca deberíamos haber reemplazado) donde una vez más, nos recibieron con una sonrisa y una cálida bienvenida. Sí, después de varios meses que no íbamos, ¡todavía se acordaban de nosotros! Nos permitieron entrar mucho más temprano de lo acostumbrado y hasta nos llevaron el desayuno a la habitación.
Entre la alegría, las fuertes emociones, los mimos, arrumacos y demás efusividades del encuentro, pasaron cerca de seis horas así que, obedeciendo a nuestros primitivos instintos de supervivencia, marchamos hacia un restaurante de la peatonal transformado ya en nuestro habitual lugar de almuerzo del primer día.
Luego que terminamos de comer el rico menú del día acompañado con dos Coca-Cola Light y el diario para leer y comentar las noticias, nos fuimos a caminar en dirección al hotel, dispuestos a echarnos una reparadora siestita, amén de lo que fuere menester, dadas las circunstancias.
Creo, queridos lectores, que hay algo que no mencioné en ningún post anterior y es el hecho de que El Profe, desde ya hace un mes, y porque yo se lo regalé ante su sugerencia, está haciendo una suerte de tratamiento en base a la ingesta diaria de la jalea real, una cremita que, al parecer (me consta y doy fe), tiene poderes mágicos de rejuvenecimiento y mantenimiento de la buena salud y que conseguimos en un criadero de abejas en uno de nuestros paseos de febrero.
Íbamos tranquilos y caminando tomados de la mano, cuando de repente mi Gordi vio un local de dietética y productos naturales. Se acercó a la vidriera y empezó a mirar.
–Mmm… caramelos de propóleo, baba de caracol, barritas laxantes de ciruela…
–¿Qué buscás, mi amor?
–¿Acá no tendrán jalea real?
–Mmm… sí, quizás. Sería cuestión de entrar y preguntar.
–Porque no quiero quedarme sin reservas cuando se me acabe la que tengo ahora.
–Entremos, Pa –le dije, tirando de su mano.
Adentro, una señora mayor, clienta ella, estaba guardando la mercadería comprada y ya se estaba yendo.
–Buenasssss –dijo el Profe con su habitual buen humor.
–¿Cómo le va, señor? –contestó cortesmente la vendedora.
Él echó un vistazo a todo el negocio mirando en los estantes y en el mostrador. Finalmente preguntó:
–¿Tiene usted la pócima de la eterna juventud?
La dueña no pudo evitar fruncir el ceño.
–No, aquí no la tenemos, caballero.
–... También llamada “jalea real” –agregó.
La señora mayor, que estaba a punto de retirarse, abrió muy grandes los ojos y exclamó, en tono bajito pero audible:
–¡Qué bueno eso! –Me pareció que quedó bastante entusiasmada y creo que quizás volverá en algún momento a comprarla para verificar el potencial de sus propiedades.
La vendedora buscó detrás del mostrador y sacó una cajita pequeña.
–¡Ésta es! –Dijo El Profe, entusiasmado, al reconocer el envase–. ¿Vio? Es la que me ayudó a llegar en estas condiciones a los ciento trece años…
A mí se me escapó la risita. ¡Siempre él tan creativo!
–Ah, ¿no me diga? Yo le daba apenas ciento nueve… –Le contestó la simpática dependiente, siguiéndole el tren
–No, no, tengo esta edad que usted puede apreciar, y me siento muy joven y vital.
–Me parece muy bien señor –contestó la joven–. No muchos tienen esa posibilidad…
Luego de cruzar unas cuantas palabras más en tono de chiste, mi Gordi pagó la mercadería y nos fuimos.
–¡Mi vida, sos terrible! ¡Cómo me hacés reír!
–Jejejeje… –Se rió travieso–. Quería conseguirla para seguir estando tan bien como hasta ahora… desde que empecé a tomarla, esa jalea real nos ha traído muchos beneficios… ¿No te parece, Loli?
–Si, es cierto Papi, muy cierto… ¡estás cada día mejor!
Lolita
juajajaja cuales beneficios? Tengo unos primos deprevados que dicen que la jalea real entre tantas cosas que hace (es maravillosa! fui a una escuela agrotecnica y tenia apicultura es iiimpresionante como todo lo que son y hacen esos bichitos tan chiquitos... en fin) bueno entre las cosas que hace es algo de la parte emm.. sexual. ja! Sisi tiene muchos beneficios. Despues me fijo bien. Dicen que solo hay que consumir un grano de arroz por dia. Mas que eso el cuerpo no absorve de la cantidad de nutrientes que tiene.
ResponderEliminarBesotes!!! Que siempre abunde la jalea real!
¡Loli!
ResponderEliminar¿Cuántas veces tengo que decirte que no tenés que contar ciertas intimidades? Jeje ¬¬
Besitos jaleosos... o jaleanos (se puede decir de las dos maneras Ji ji)
Tu Profe
Cami:
ResponderEliminarLo de "la parte emmm...", créale a sus primos, los depravados.
Ahora, lo del grano de arroz, me parece más mitología que otra cosa. No sé si el cuerpo absorbe o no. Lo que puedo decirle es que después ¡da un hambre! ¬¬
El Profesor
Que fantastico el Propóleo HUILEN !
ResponderEliminarqu triste los que los boicotearon e intoxicaron con dietilenglicol para elimar la competencia!
Científicamente se le han demostrado 20 propiedades: es antibacteriano, antimicótico, anticolesterolémico, antiparasitario, antiinflamatorio, antioxidante, antitóxico, antialérgico, analgésico, anestésico, antituberculoso, antiviral, citostático, desodorante, epitelizante, estimulante de la inmunogenesis, fitoinhibidor, hemostático, hipotensor y termoestabilizador.
abrazos
jajaja eso de la cantidad me lo dijo mi profesor de apicultura. Pero tal vez depende del producto como lo compras. Ademas tiene qe estar refrigerado y todo. Pero ya sabran de las instrucciones del recipiente que han adquirido ;) jejeje. Besos!
ResponderEliminarYo como miel todos los días, ¿es lo mismo?
ResponderEliminarY mi amado toma omega 3, que viene en un paquete con el nada simpático nombre de aceite de pescado. Y está muy bien y lo recomienda para la memoria, sobre todo a sus coetáneos desmemoriados.
Me gustó saber lo de la jalea real.
Saludos.
Marga:
ResponderEliminarNo, nonono... La miel, no es lo mismo.
Respecto del Omega 3, la verdad, es lo único que no necesito porque memoria ¡Uf!
Ahora sí, se lo recomiendo para su amado, dadas las circunstancias.
El frasquito es pequeño, viene con una cucharita chiquita y sólo hay que ingerir lo que queda pegado cuando se la sumerge en la Jalea. Se recomienda una secuencia de treinta y tres días o sesenta y seis, por año, en ayunas y sin olvidarse, ¿eh? :)
El Profesor
Holaa ME ENCANTA EL BLOG ES MUY LINDO :) QE LASTIMA QUE NO LO DESCRUBRI ANTES PARA PODER LEERLO :( PERO UNA PREGUNTA ES VERDAD SOBRE SU AMOR O SOLO ES UNA HISTORIA(PERDÓN LA PREGUNTA ES QUE RESIEN ENGANCHE EL BLOG JAJA :s )
ResponderEliminarMuy buena la jalea real, ayuda para muchas cosas, además de ser fácil de conseguir, entre todos sus beneficios ayuda a tener una piel super bonita.
ResponderEliminarAlgo sin lo que yo no puedo vivir es un vaso de jugo de naranja con miel todas las mañanas.
Saludos y suerte.
Mi mamá la compró en Córdoba, muy entusiasmada. Siguió el tratamiento tres días y la dejó para siempre olvidada en la heladera.
ResponderEliminarBesos!
Ahi gracias por contestar y los sigo :) es hermoso el amor que se tienen. aunque no los conosca se siente !
ResponderEliminarun besito, nos estamos leyendo..
besos loli... ahora le voy a dar eso a mi viejo para que se consiga una mujer!!!
ResponderEliminarsaludos!