martes, 20 de enero de 2009

Mi dulce profesor

Lo miro cuando se afeita por las mañanas y cuando se lava el cabello bajo la ducha.
Lo escucho cuando me cuenta anécdotas de su adolescencia.
Lo espero, paciente, cuando le cuesta levantarse de la cama y comprendo que tenga esos ritos arrastrados durante años.
Me río para mis adentros cuando se queda atascado en algún lugar o cuando tropieza por no mirar por donde camina... a veces es torpe, el pobre. Por eso, cuando se siente cansado de caminar, lo espero y cuando ya tiene ganas de dormir, le hago mimos hasta que se entrega al sueño.
Lo escucho cuando me canta esas canciones románticas clásicas. Lo consuelo y lo calmo cuando lo atacan pensamientos tristes. Lo aliento a que me hable acerca de sus sentimientos.
Y ni siquiera me molesta que use... ¡dentadura postiza!
Ya Aprendí cuáles son sus gustos, su número de la suerte, las comidas que más le agradan y su chocolate preferido. Qué cosas le hacen mal, que palabras lo hieren. Aprendí qué medicación toma, cuáles son los lentes para ver de lejos y cuáles para ver de cerca... y que necesita un vaso de leche fría con una aspirina antes de comenzar a tomar su desayuno.

Me enteré cuál fue su primera experiencia sexual, cuál era el nombre de sus mujeres, adónde vivió, por cuáles lugares viajó, cómo se llaman sus hijos y sus nietos.
Descubrí por qué es tan prolijo, por qué trata tan bien a las mujeres, por qué le gustan los sábados a la mañana, por qué lleva adelantado el reloj diez minutos, y por qué no le gustan las palabras absolutas.
Sé que le gustan los jazmines, los buenos vinos, los perfumes franceses, la ropa fina, la música clásica, las películas de todo tipo, los relojes caros, la historia, la filosofía, la novela, el cine y los momentos compartidos conmigo.
Me deja que lo depile, que lo peine, que lo ayude a vestirse, que le haga masajes y hasta me deja que... ¡lo bese con la boquita pintada!
Acepta jugar a la “guerra de almohadas”, a la lucha libre en la cama grande (y el que se sale del ring es un cagueta), a buscarme cuando me escondo en el placard, a ir conmigo al parque de diversiones.
Sin embargo, no le gusta que lo tironee a la mañana para que se levante, que le hable fuerte cuando recién se despierta y apenas abre un ojo, que le haga demasiadas cosquillas, que le esconda los cigarrillos y que le aleje el pan en los restaurantes para que no picotee.

Mi hombre tiene la sonrisa luminosa, los ojitos brillantes, la piel suave, el cabello abundante, la espalda ancha, las piernas musculosas, la voz grave y las uñas prolijamente cortadas.
Me gusta escucharlo reír, llevarlo a caminar de la mano, verlo disfrutar de algo, hacerle regalos, sentir su perfume, verlo dormir, sentir que me abraza por detrás.
Me gusta porque sabe reírse de sí mismo, de sus torpezas... me gusta cuando imita a alguien, cuando hace caras graciosas, cuando inventa sobrenombres y bromas creativas, me gusta cuando se pone traje y pantalón de vestir.
Admiro su generosidad, su grandeza de espíritu, su capacidad de escucha y de reflexión, su poderosa inteligencia.
No aparenta la edad que tiene. No posee el menor signo de vejez. En la intimidad es juguetón como un niño, apasionado como un joven y hasta puede ser más dulce e inocente que un bebé.
Me inició en el sexo y desde el primer día, me fascina cómo me hace el amor.
Frente a los demás es hablador e inteligente. A solas conmigo es suave, tierno, atento y cariñoso.
Yo lo veo joven y vital. Lo veo divertido. Espero que tenga mucha vida por delante... para vivirla conmigo.

Lolita

5 comentarios:

  1. Tu blog es una completa delicia. Afortunada de haber encontrado a tu Lolita, es un excelente trabajo. Besos. Alicia

    ResponderEliminar
  2. oh es tan hermosa la historia de ustedes dos C:

    ResponderEliminar
  3. Recién vi "los puentes de Madison" quizá a simple vista no tenga mucha conexión, pero sufrí por la condena de genero que vivimos al ser esclavas de una presión social que nos dice con quien, como, donde y porque casarnos (o que seamos caZadas), la protagonista estuvo a punto de decidir su destino, ser por primera vez la protagonista de su vida aunque se ahogo en circunstancias... el nexo que quiero llegar es al paradójico no-nexo
    Por un lado una infeliz vida llena de lo cotidiano; por otra la constante lucha por la verdadera identidad femenina. el sentirnos y sabernos únicas sin importar el prejuicio ajeno… quizá la misma felicidad.

    saludos y gracias!

    Natur

    ResponderEliminar
  4. Loli, Profe...hoy no se como todavia aterrice en este blog... imaginate cmo me gusto que fui hacia atras y atras y empece a leer... me fascino.
    Teneme paciencia ...voy leyendo en unos dias llego al presente.
    Felicitaciones.

    ResponderEliminar

Puedes dejar aquí tu comentario, aunque te pedimos que si lo que piensas escribir está cargado de prejuicio a causa de no haber vivido una experiencia similar a la nuestra... lo pienses dos veces.

Haremos todo lo posible para que tu comentario te sea respondido a la brevedad.

Muchas Gracias.

Lolita y El Profe