martes, 14 de abril de 2009

Ensimismados

Con El Profesor, nos llevamos de maravilla. Cuando pasamos varios días juntos –de esos que para mí ya son inolvidables–, no dejamos de conversar acerca de los temas que más nos interesan, de reírnos de las mismas bromas y disfrutar de todo aquello que nos gusta, como habrán leído en nuestras peripecias mini-vacacionales.
Ya que lo preguntaron en un comentario, podría decir que tenemos una comunicación inusual y muy fluida. Es extraño, dado la diferencia de edad, pero es así. ¿Será porque somos tan iguales y, al mismo tiempo tan distintos? ¿O es que como nacimos el mismo día, en realidad resulta que terminamos siendo almas gemelas?
No lo sé. Lo que sí puedo asegurarles, que aunque no tengo experiencia con chicos ni con otros hombres, estar con El Profesor es estupendo, maravilloso, fascinante... Es como estar al lado de una caja de sorpresas, con un mago muy hábil que siempre tiene un truco nuevo con el que nos sorprende.
Este nivel de intimidad, de entendimiento y hasta de compañerismo y complicidad es para nosotros la regla.
Pero como toda regla tiene su excepción, para nosotros también hay un momento que rompe la regla. Es un solo acontecimiento en nuestra vida en común, que hace que la comunicación no se corte, pero se interrumpa y que la buena onda se diluya: el bajón-mal del último día.
Ahora, cuando lo escribo, me causa gracia evocar la imagen, pero debo confesar que vivirlo es bastante duro.
El bajón nos acomete momentos antes de que finalice el último día que pasamos juntos. Para ser más precisa, cuando llega el momento que tenemos que guardar las cosas en las valijas para irnos del hotel en el que estuvimos pasando esos días fabulosos.
El cuadro –en este momento que lo cuento, casi gracioso– resulta bastante patético, porque ocurre por lo general en el horario más depresivo del día (para más padecimiento, por lo general los domingos): cuando la tarde se tiñe de rojo y el sol empieza a esconderse detrás de los edificios más altos.
¡Fatal el momento del bajón-mal!
Es cuando solemos deambular por la habitación como dos entes que se mueven como zombis, buscando nuestras cosas, intentando poner orden afuera –porque adentro nuestro todo es un caos–, y empacar todos nuestros objetos personales.
En esos momentos estamos tan ensimismados en nuestros pensamientos y hundidos en nuestra propia tristeza que es la única vez que nos cuesta dirigirnos la palabra.
El Profe, muy callado (raro en él), por lo general vagabundea totalmente desnudo, a excepción de esas medias finas (que yo siempre pienso que son de mujer) azules o verde inglés, según el atuendo, y sus mocasines de cuero, a los que acaba de sacar lustre con la franela que siempre viaja entre sus cosas.
Es gracioso verlo (admito que a mí me da cosita): va de acá para allá, con lentitud y parsimonia, como si le costara coordinar todo aquello que en otro momento hace con rapidez y eficiencia pasmosa. Pasa del baño a la habitación, a veces más de una vez, con esa esponjita rosa en la mano, intentando poner en orden las ideas y decidir adónde la va a guardar para no correr riesgo de que moje el resto de las prendas, porque por lo general acabamos de usarla para bañarnos. (¡Es un tierno, El Profe con su esponjita rosa exfoliante! ¡Me-lo-como!)
Yo, por mi parte, y para no ser menos, la única prenda que llevo encima es mi bombachita rosa –a veces me pregunto por qué la reservo siempre para el final–, y en el silencio casi sepulcral que se instala entre nosotros, voy de acá para allá, sin rumbo fijo y lo único que se escucha es el tap-tap de mis piecitos descalzos sobre el mosaico del baño o el parquet de la habitación.
Como en esa situación me es imposible decidir nada, meto las cosas a presión en mi valija haciendo un esfuerzo para que entre todo lo que el Profe acomodó sobre la cama o la mesita y que yo me encargo de desordenar y mezclar: mi revista Seventeen debajo de su carterita de productos de higiene y medicamentos; mi gomita del pelo y mi peine junto a su billetera y la cajita de cigarrillos casi vacía. Esa es la única oportunidad en que ni se me cruza por la cabeza empezar a fastidiarlo con que no fume. Creo que si yo fumara, durante el lapso de tiempo que dura la agonía de preparar todo para marcharnos, me fumaría un atado entero.
Para más desconcierto, por todos lados hay botellitas vacías de agua Ser saborizada, papeles, envoltorios de caramelos, mi cámara de fotos, el programa del cine, los tickets del restaurante donde cenamos y almorzamos, monedas desparramadas, un plano de la ciudad y el último perfume francés que me compró. Él siempre sabe (no sé cómo hace) cuándo se está por terminar el anterior y entonces me lleva al shopping y me hace probar las fragancias, hasta que termina decidiendo cuál le va mejor a mi piel. Ya estoy haciendo una colección con frasquitos vacíos y mi hermana más chica se muere de envidia cuando los ve y yo pienso “¿Viste nena? Ese es el privilegio de amar a un hombre”, pero no se lo digo.
Entro al baño por cuarta o quinta vez buscando mi cepillo de dientes y como no lo encuentro y hace ya casi diez minutos que estoy tratando de localizarlo, por primera vez le dirijo la palabra, cabizbaja y sin mirarlo:
–¿Mi cepillo de dientes?
–¿Mhhh-hh?
Lo descubro –una vez más–, pasando el secador al piso del baño para que la señora que limpia lo encuentre en buen estado, porque opina que los pasajeros de los hoteles son desconsiderados. Y si no está juntando el bollo de los pelos que pierdo cada vez que me baño y me peino, es porque ya los juntó y los envolvió con prolijidad con papel higiénico, y los dejó en el cesto de la basura.
–¿Mi cepillo de dientes? ¿Lo viste?
–¡Mhhh! Creo que lo puse junto al mío –me responde, sin levantar la cabeza–. Buscalo en el neceser de viaje de mis cosas... –y sigue con lo que está haciendo.
Tan ensimismados estamos en nuestra propia pálida, en nuestros respectivos bajones-mal, que ni siquiera nos damos cuenta de lo que hacemos.
Por lo general yo termino antes, y entonces, vestidita y peinadita, me siento en la cama sin abrir la boca y me quedo mirándolo.



Él se ocupa de la revisión final del equipaje y de dejar todo en orden. Le gusta que la cama quede tendida y la habitación con apariencia presentable.
Todavía desnudo, con medias y mocasines y con un gesto lamentable, lo veo forcejear con el porta-trajes (su valija, que tiene las huellas de miles de kilómetros recorridos) echándose encima casi con ferocidad, haciendo presión con todo el cuerpo para que termine de cerrar. Cuando lo miro, alucino con la idea de que si el porta-trajes respirara, en ese momento muere estrangulado.
Después se peina un poco, se pone el vaquero (sí, sí, con los zapatos puestos... cosa que nunca voy a entender), el cinto con el llavero que no usó durante todo el tiempo que estuvimos juntos y la remerita color celeste o rosa o azul que dejó para usar en el viaje de vuelta.
Acá es donde me toca decir que me ocurre algo extraño cuando lo veo con ese llavero que hace juego con el cinturón y los zapatos, del que cuelgan las llaves de su casa y que está a la altura del bolsillo derecho: aunque a ustedes les parezca muy loco, ese llavero ahí –menos en ese último día–, me excita. Sí. Como lo leen. Me excita y no sé con qué lo asocio para que me produzca tal reacción, pero así es. Quizás, porque se trata de un objeto tan propio de él, tan masculino... no sé.
Bueno, volviendo a la tarde de nuestro Via Crucis personal y privado, cuando termina de vestirse me mira, haciendo un esfuerzo infructuoso por poner su mejor cara e intenta dibujar una sonrisa que no le sale. Sé que en ese momento está tan triste como yo aunque trate de disimularlo.
–Bueno… ¿ya estamos? –pregunta.
–Creo que sí. Lo mío está listo –le contesto, sin decirle que es obvio que está todo listo porque no hay nada más que ordenar ni limpiar ni guardar.
Da una última vuelta por la habitación abriendo las puertas del placard y los cajones para asegurarse que olvidamos nada. En tres oportunidades, como si lo hiciera a propósito, se lastimó el antebrazo con un saliente filoso de un placard, y eso que es un hombre cuidadoso. El último, le hizo una lastimadura bastante seria. Por eso ahora, cuando llegamos el primer día al hotel donde nos vamos a alojar, lo primero que verifico es que no haya nada con lo que pueda hacerse un tajo en el brazo el día del bajón.
–Bueno… llegó la hora, Loli –dice al fin–. L.J.*
Con pesadez, como si tuviésemos que transitar otra vez ese Via Crucis emocional, cargamos las maletas y el resto de las cosas y salimos.
El Profesor cierra con llave la habitación y caminamos por el pasillo
–más bien diría que nos arrastramos como condenados a muerte–, con una angustia tal que creo que si no nos deprime del todo, es porque somos lo suficientemente fuertes.
Y si no nos mata, es porque nos fortalece.

Lolita

* L.J. = “Lo Juimo”, expresión que parodia “Nos fuimos”, en la forma de hablar de cierta gente de campo.

27 comentarios:

  1. Qué feo es el último día de unas vacaciones, pero cuando es en pareja (que no conviven) es peor.
    Te re entiendo Lolis!!
    Fuera de eso, me río del Profe (con onda) con medias, zapatos y nada más!!! jajajaa.
    Cómo hace para ponerse el jean así?
    Te admiro que puedas cerrar las maletas porque en mi caso, debo subirme encima y si puedo, poner más arriba para que cierre, jaja.
    Soy un desastre armando equipaje.

    Les mando un beso a ambos, cuidense y aprovechen, el dia del bajon-mal para hacer otras cositas, como sacarle el llavero al Profe, jiji.

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  2. Te entiendoooooo un montón. Suerte que la angustia del último día no los hace pelear. Besos.

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  3. JIJI..

    A mi lo k me exita es verlo con gorra y lentes...parece un delincuente..me imagino tantas cosas...
    XD
    Besitos

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  4. Que ternura tu Profe, Loli...la parte mas dificil de todo es decir adios....por lo menos a mi siempre me pasaba...y me entraba una nostalgia...Pero ustedes tienen la certeza de volverse a encontrar. Algun dia ya no se tendran q decir adios...

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  5. Mejor ponte a platicar de todas las cosas lindas que sentiste, para que no te deprimas tanto, amas mucho al abuelo, y esta bien, pero es triste leer que tienes penas profundas y muchos problemas con tu familia, ojala el lo valore.

    P.D. De vez en cuando escoge tu misma tus propios perfumes.

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  6. Los he venido leyendo hace unos pocos días, este blog es bueno, pero también me resulta algo perturbado, una adolescente de 17 con un anciano de 60, me da la impresión de que aveces el señor es un poco egoísta, que quiza debió esperar un poco a la chiquilla, 16, 17 años son muy poquitos, yo no creo que la gente joven sea tonta yo tengo 25, pero a los 17 años falta madurez tanto emocional como física. Se que el "profesor" dirá que soy un intolerante, inquisidor, y todas esas palabras que utiliza cuando alguien no le halaga y le aplaude en todo, porque es duro, y como he leido es algo intolerante, pero esta es solo mi opinión.

    Mucha suerte chica, la necesitaras.

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  7. VIVA LOLITA :D :D , ABAJO EL PROFESOR VINAGRE XP

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  8. Paulita, mi querida madrina:
    ¿Sacarle el cintito al profe? Buena idea... aunque debo confesar que me gusta que lo tenga puesto. Me resulta más sexy..Jejeje.
    Además, estoy con el ánimo tan por los suelos que ni pienso en travesuras...

    Gemma:
    No nos hace pelear, claro que no. Eso sería fatal.

    LEVANIA
    ¿Un delincuente? ¡Guau! jajaja! ¿Y qué te imaginás? Mmm... me gusta conocer las fantasías ajenas..

    Crazygirl:
    Shi. Mi profe es un dulce. Ojalá que se cumpla esos deseos que tenés para nosotros. Ojalá algún día ya no haya un adiós entre medio de nosotros.

    Robert:
    Valoro mucho tu opinión aunque presiento que hay un poco de mala onda oculta... ¿me equivovo? ¿Cómo es eso del "abuelo"? Me suena a despectivo...

    Alexis:
    Creo que ese no era mi caso. Yo no solo no era inmadura sino que era súper madura para mi edad, es por eso que nunca me fijé en chicos jóvenes... a mí siempre me atrajo la inteligencia, la cultura, la experiencia...

    Anónimo:
    ¿Qué pasa? ¿Por qué ese favoritismo?
    El profe no es ningún vinagre!


    Mis saludos a todos los que dejaron sus comentarios.

    Lolita

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  9. Lolii que alegría leerte!
    ay, me siento rara escribiendote esto y ni te conozco, pero nosé, me encanta este blog... es tan... sincero
    Bueno, paso rapidito y me voy que se me enfría el mate
    besitos a los dos!

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  10. Hola Loli: me re identificó este post con mis primeros días de novia cuando viajaba a visitar a mi chico.
    La pasábamos tan bien, que el sólo hecho de sentir el fantasma del domingo a la tardecita ya nos amargaba la vida. Lo que no te mata te fortalece mi amiga, y creo que estoy en lo cierto por lo que puedo leer en tus post y en los del profe.

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  11. HOLA SEÑORITA, QUE RELATO TRISTE, ME IMAGINE EN ELLA Y CASI LARGO EN LLANTO, PERO BUENO, ASI ES LA VIDA NO? JEJEJE, BUENO MUCHAS GRACIAS POR SEGUIR MI BLOG, LE MANDO UN BESO, ÉXITOS, ADIÓS

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  12. Leo siempre su blog y me gusta mucho, es muy tierno, pero releyendo posts viejos (como el de sus mini vacaciones) me surgen dudas. ¿Cuántos años tiene Lolita ya? Creo que más de 18 no? Si es así, y si encima fue una alumna ejemplar, como puede ser que no sepa quien es Hitler?? O por lo menos que diga "hidler, ese de bigotitos como chaplin". Espero que no les caiga mal el comentario, repito, me gusta mucho esta historia de amor, pero ese tipo de cosas me sorprenden.

    Luciana

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  13. Gracias Cl, Violeta y Nosferatu (esconda los colmillos que me da impresión, por favor).

    Luciana:
    En el post de las minivacaciones, eso que menciona de Hitler, no es más que un recurso literario.
    En verdad Lolita no sólo sabe quién es Hitler, sino que además puede dar una buena clase acerca de totalitarismos, y dentro de ellos, de nazismo.
    Pero sólo porque es aplicada, curiosa y voraz lectora, no porque se enseñe en historia contemporánea en el secundario, y menos aún, con la orientación que ella eligió.
    ¿Usted se asombra que alguien que nació casi a fin de siglo pueda no saber eso?
    Yo conozco a una joven de 26, que no sabía qué era la dictadura militar, el proceso y el terrorismo de estado. Que es bastante peor.
    Por cierto: ¿sabe usted quiénes era Heydrich, Himmler, Goebbels, Gluck, Eichmann, Speer, von Neurath, Seyss-Inquart, Göering, Burgdorf, Jodl, Doenitz, Hoess, Mengele, Müller, Keitel, Kaltenbrunner y Gunsche y qué hicieron cada uno de ellos? (No vale fijarse en Wikipedia, que, además, no es confiable) :)

    El Profesor

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  14. Hola Lolis, algo que siempre saca de onda es en esta relación has sufrido bastante, has llorado mucho, al rato ya no vas a ser "Lolita" vas a ser "Dolores". Yo de corazón deseo que termines siendo super feliz, con o sin el profe.

    Cierto que se puede muy maduro estando joven, y gustarte la cultura, las artes, y eso no esta peleado con fijarte en muchacho jóvenes, no hay que caer en estereotipos, también hay jóvenes super maduros y cultos, hay muchos.

    Y Alexis tiene algo de razón, la madurez también te la va dando el ir viviendo, las experiencias acumuladas.

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  15. Lilith:

    Disculpe que me entremeta, ¿eh? Pero Lolita YA es Dolores.
    Su nombre es Dolores "Lolita" Haze.
    Respecto de sus buenos consejos, gracias por su buena onda con respecto a mí, pero muchas gracias. :(

    El Profesor

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  16. Porque el profesor se enoja de todo, esta muy amargado, se toma todo muy a pecho señor mio, relax, no es necesario estar siempre a la defensiva, la tal Luciana solo hizo una pregunta, este blog es la miel de Lolita y la hiel del Profe...

    Oye lolita y actualmente que estas estudiando????????????

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  17. No se ponga heavy profesor, yo no tengo nada contra usted, simplemente dí una opinión, si ella es feliz con usted, que bueno, no le veo nada de malo andar con hombres mayores, yo lo he hecho, y es algo positivo en muchos aspectos, además para que le voy a mandar a usted "mala onda" yo ni lo conozco y no me ha hecho nada malo.

    Para ser honesta me enganche al blog por Lolita, por su inocencia, su ternura, ella es muy conmovedora, y si esto no es ficción y ella existe, de verdad espero que tenga una buena vida y sea feliz pase lo que pase.

    Y profe ya leí el libro de Lolita, muy bueno por cierto, ;D

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  18. Eso! Qué estas estudiando ahora Loli??

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  19. Violeta:
    ¡Menos mal que puedes entender lo que se siente! ¿Viste? No es nada grato el momento de la partida...

    Luis Caín Nosferatu:
    Uy! ¿Tanto así? ¿Como para llorar? No, no, no... No me llore hombre, sequese esas lagrimitas que amenazan con salir, vamos...

    Anónimo:
    ¿La hiel del profe? Naaaaa... Para nada. Él es un dulce total. Al menos con los que somos dulces...
    Y respondiendo a tu pregunta, estoy estudiando para ser una Lolita administradora de empresas o quizás una Lolita contadora... Jejeje.

    Lilith:
    Nada de peleas en el blog!
    Que haya paz, que haya paz...

    Anónimo:
    Ya le respondí al anónimo que me lo preguntó primero...


    Gracias a todos los que nos leen y dejan sus comentarios!
    ¡Un beso grande!

    Lolita

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  20. El último día de vacaciones es lo que tiene... Sentí lo mismo cuando regresé de Barcelona con Madurito.

    Con respecto a los que te aconsejan que busques "muchachos jóvenes", no hagas caso. Si tú eres feliz con tu profe sigue con él. Siempre hay comentarios de ese tipo hacia los que estamos con hombres mayores, pero no es por mala fe, sino por incomprensión.

    A mí a ratos me enternece más el profesor que Lolita ;)

    ¡Un besito a los dos!

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  21. uhhhh.. más chimbo!.. pero siempre hay una proxima vez!!..sonrisas :DDD!!

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  22. Òu! ¿Vo y él muchio kǔ mèng? ¿Muchio triste?
    Ayáaa! No shāng xīn , no corazón herido. Vo y Lăoshī quere muchio, yo piensa.
    Xiéxie - I Tzan

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  23. Linda niña. De eso tambien se trata. Todo debería ser siempre lo que es en cada momento aunque nos cueste a veces entenderlo.

    Besos.

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  24. Loli, me imagino a tu profe como Harrison Ford representando a Indiana Jones: lindo, recio, bien plantado, tierno y con experiencia¿voy bien?
    Sra. Mantis

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  25. Anónimo:
    ¡Vas muy bien!
    ¡La imaginación no te falla, amiga!
    Ji, ji, ji


    Un besito

    Lolita

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  26. Hola, tienes un blog muy lindo por aqui.

    Si quieres, podemos intercambiar enlaces entre nuetsros blogs.

    Dejame saber que te parece.

    Saludos

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  27. Loli, aúnque desafortunadamente no abundan, los tipos así no envejecen, más bien se quedan para siempre con la edad que tenían cuando los conociste, y el tiempo al pasar los acaricia y los mejora.
    Cuídense y disfrútense.
    Besos.
    Sra. Mantis

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Lolita y El Profe