jueves, 9 de abril de 2009

Noche de pesadilla II

Cuando Lolita me tiene a su lado, se relaja y deja un poco de lado las responsabilidades de las que se hace cargo habitualmente. Desde tomar “la pastillita” a horario, hasta comprar la tarjeta para recargar el teléfono celular, o recargar la batería.
Cabe aclarar que no es porque sea despreocupada, sino porque le gusta que la mime, que me ocupe de sus cosas, hasta de las más intrascendentes. Ella necesita –y esto desde el principio de nuestra relación–, sentir que hay alguien que toma el timón del barco por un rato, por decirlo de alguna manera, para que ella pueda ir a tenderse en la cubierta superior a tomar sol, dejando que otro pilotee el buque y lo lleve a buen puerto.
Debo confesar que hago todo lo posible para mimarla como le gusta, de la misma manera que ella se ocupa de mí en algunos momentos difíciles, o no tan difíciles, pero que a mí me resultan pesados de sobrellevar.
Creo que uno de los aspectos más importantes y que más cuidamos en nuestra relación, es el “hoy por mí, mañana por ti”. Al fin y al cabo, algo he aprendido en todos estos años de vida, y lo llevo a la práctica y Lolita aprende rápido.
Pero volvamos a la historia. Quedamos en que salíamos bañados, perfumados y cambiados,para el lugar donde se llevaría a cabo la ceremonia.
Cuando subimos al taxi a unos metros de la entrada del hotel, de pronto me atacó lo que yo llamo una PDCI: una Premonición De Catástrofe Inminente.
Lolita me miró y le cambió el semblante.
–Papi... –dijo, y creo que estaba asustada–. ¿Te pasa algo?
Ahí, en ese momento, cuando debí decirle que sentía ese ramalazo de precognición, de que algo malo iba a pasar, para no estropearle ese momento tan especial, me lo callé.
–No, Loli... nada –dije, tratando de controlarme–. Debe ser el calor.
¡Calor! Sentía la transpiración fría que me pegaba la camisa de hilado suizo al cuerpo. Sabía que su inquietud se debía a que cuando me dan esas premoniciones, me pongo pálido, pero pálido-mal, y no es sólo ella la que se asustó al verme así.
Pero hice un esfuerzo, me recompuse como pude, le acaricié la mano y el muslo y seguimos viaje.
Como les dije, llevaba la cámara digital para sacarle fotos, pero con los arrumacos y las prisas, Loli no había comprado pilas nuevas y yo ni siquiera había pensado que las que tenía estaban a punto de agotarse.
Tampoco imaginaba que se le había agotado el crédito del teléfono celular.
Cuándo y cómo llegamos al aula magna donde iba a tener lugar la ceremonia, se me desdibuja en la memoria. Recuerdo, sí, que cuando bajamos del taxi nos encontramos con un compañero de Lolita. Ella lo saludó y me presentó. También recuerdo haber caminado por un parque hasta el edificio, en cuya entrada ya se agolpaban alumnos, parientes, amigos y vecinos, además de las monjas del instituto. Una de ellas, al ver a Lolita la llamó, le dijo algo y le entregó la banda fondo argentino de ceremonias.
–Vení, Papi –me dijo Loli, y entró conmigo al salón–. Yo voy a estar ahí –señalo hacia una entrada, arriba a la derecha.
–Sí, no te hagas problemas –le dije, pero el que tenía problemas era yo, porque esa sensación de problema inminente no se me iba. Seguía estando desasosegado, con una opresión a la altura del estómago y con esa desagradable sensación de presque vú, de estar seguro de que iba a vivir una situación que conocía.
–¿Adónde te vas a sentar? –me preguntó.


–Por ahí arriba... donde terminen las butacas reservadas, bubú –le dije–. ¿Qué te dije?
–¿Qué me dijiste?
–Que no iba a poder sentarme en las primeras filas, porque las butacas iban a estar reservadas para las familias de los alumnos, cabezotas.
–Ah, sí. Bueno, no sabía.
–Dale... andá a juntarte con tus otros compañeros. Yo busco una butaca por allá –señalé hacia las filas más altas–, y me acomodo, ¿eh?
–Sí, Papi –dijo y se dio vuelta.
–Loli –la llamé.
–¿Qué?
–Vení, mi vida –extendí la mano y ella me imitó.
Le hice una caricia.
–Tranquila, que todo va a salir bien, ¿eh?
–Sí, Papi... estoy tranquila –dijo.
Pero yo me di cuenta que no, que no estaba para nada tranquila y que quizás, como yo, veía que se acercaba una tormenta de esas que dan miedo.
Con el aire acondicionado, había dejado de transpirar y la camisa se me había secado. Me acomodé en una de las butacas sin cartelito, casi al medio y me di vuelta para verificar que podía ver a Lolita y a sus compañeros atrás, a mi derecha, preparándose para hacer su entrada con la bandera de ceremonias.
Lolita me había dado un curso acelerado de cómo sacar fotos con una cámara digital, así que me puse a hacer pruebas de enfoque (aunque la cámara tiene auto-enfoque) y de encender, enfocar, apuntar y tomar la foto y luego guardarla en la memoria, mientras el auditorio comenzaba a llenarse de gente que buscaba su lugar y una de las monjitas jugaba con una notebook que reproducía un .pps bastante primordial en su producción, en la pantalla gigante del escenario.
En esas estaba cuando de pronto más que verla, sentí la mirada penetrante fija en mi persona.
No sé cuántos de ustedes habrán visto la película “El Exorcista” y recuerdan el momento en que la cara de Regan fluctúa de la maldad a la inocencia, pero es la imagen más apropiada para describir lo que vi y sentí en ese momento.
Estaba dado vuelta, tratando de enfocar a Lolita y a sus compañeros cuando se me erizaron los pelos de la nuca como si me hubiera rozado la mala suerte o me hubiera hecho una caricia una de esas Erinias –las perras rabiosas de la mitología de la Grecia antigua–, recién llegada de las profundidades del infierno.
A veces, en broma, aseguro que mi madre me hizo un regalo al nacer: la perceptividad. Esa tarde del 11 de diciembre, se los aseguro, tuve la certeza absoluta que en verdad me lo había hecho.
Cuando me di vuelta y miré hacia un costado, la vi.
El rostro descompuesto en una mueca demoníaca. Un gesto perverso deformándole las facciones y, en los ojos, el brillo del que disfruta, por anticipado, de la determinación para hacer todo el mal posible.
Fue un instante apenas. Ese momento que pude captar mejor que si la hubiera retratado. Porque un segundo después, esa mueca de maldad absoluta se transformó en una sonrisa hipócrita, otra mueca de falsa cortesía.
Una hilera más adelante y dos butacas a la izquierda, dada vuelta y mirándome estaba ella. La persona que más daño le hizo a Lolita. La que la llevó a la enfermedad. La que le socavó la autoestima y le alimentó con su pócima malvada, la inseguridad.
Ahí, sentada y mirándome, apenas a dos metros, en la hilera de adelante, estaba la madre de Lolita.
Y recuerdo que cuando reparé en esa mirada lunática propia de los mesiánicos, leí con toda claridad el mensaje con el que se regodeaba, sin darse cuenta que yo me daba cuenta:
“Ni te imaginás la que les tengo preparada...” (y ya van a ver que no era una falsa sensación mía provocada por el rechazo que me produce esa mujer).


Sigo mañana. Créanme que no es fácil para mí evocar ese crepúsculo del 11 de diciembre, y ponerlo en palabras.

El Profesor

PD: ¿Qué tiene que ver en esta historia el celular de Lolita? Mucho. Mañana se van a enterar.

20 comentarios:

  1. mmm...Interesante...

    Trankilo mi profe. k el pasado ya paso , no se turbe, ojala al relatarnos ya toke fondo con esto y junto a Lolis, adelante...

    Sabe como veo yo mi pasado? como un comercial en donde salia Madonna anunciando Pepsi, viendo sus memorias en la pantalla, como si no me hubiera pasado a mi,como viendo una peli, asi ya no me duele =)
    abrazos y besos.
    =)

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  2. Buen blog, llegue por Gastòn, prometo volver. Saludos.

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  3. aunque sé q no deberia.. no sabes cuanta gracia me causo esta descripción de la maldad en la cara de la sra...o sea me rei por muchos minutos jajajaja.. está buenisima me imaginé a chuky o una cosa asi jajajaja...

    fuera de eso, y bueno se que no me deberia d reir por todo lo dificil que dice que se le hace el día...bueno.. mañana supongo q llega la parte cumbre y alli sino me rio..
    :D

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  4. Espero el descenlace, que triste es hbalar así de una madre, pero sin dudas hay muchas iguales a ella, muchas madres que no pueden ver felicidad en la vida de sus hijos.
    Besos

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  5. la perceptividad es un lindo don... si conoce un poquito mi historia se dará cuenta que ESA sensación yo tambiñén la tuve (y vrias veces lamentablemente) el momneto en que sabemos que es la calma antes de la tormenta
    espectacular post!
    Besos y saludos a los dos

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  6. A ver madrina si poné en orden las cosas y que la nena tome la pastilla!!

    1 abrazo a todos

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  7. Lo unico que me alegro, es de saber que pudieron superarlo y seguir adelante.

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  8. Para mi la perceptividad no es tan perfecta. En lo personal, me arruinó la cabeza.
    Permitame el comment: ...qué vieja chot...! la madre de Loli...ahora...con qué animo caga la fruta??????
    Un besote chicos

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  9. Primera vez que paso por acá y ya me quedé con una terrible intriga, qué pasóooo?

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  10. ayyy q feo! me estremecía al leer.
    que feo esas madres que les hacen asi de mal a sus hijos...es algo q no puedo entender.

    besos a los dos

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  11. Por dios esa descripción de la madre es terrible, no me quiero imaginar las cosas que les habrá hecho esa mujer

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  12. Oh nononono! No me pueden dejar así, quieo saber qué pasa
    por primera vez me desespero tanto por saber...
    espero que nada sea tan grave
    besos!

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  13. Me encanta este blog, como no tengo mucho tiempo, cuando lo encuentro me leo unos 10 post a la vez :)

    Mi rspuesta para lolita:

    Mi madre no me puso Veronica por enamorada y tonta...mi padre iluso el, aparecio despues de dos meses de ausencia por trabajo, con dos nombres para mi, nombres cortos y por demas fuera de lugar...aqui te dejo el mas simple y mundano: LISY


    un beso :)

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  14. No entiendo por q existen madres asi...
    Profe, al contar las cosas desagradables de nuestras vidas, se siente como un respiro...se saca uno un peso de encima...
    Lo pasado, ya paso...es agua bajo el puente...

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  15. lola ya es mayor de edad no? que la mande al diablo, y se largue de su casa si vive con ella, para que aguanta? si la señora es una maldita, mejor alejarse, hay luchas perdidas, la señora nunca va a cambiar, jamas. Mejor trabajar, ser independiente y no aguantar pendejadas de nadie, ni de la mamá.

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  16. Llevo tiempo siguiendo el blog, y debo decir que me gusta, leí la encuenta y les aconsejo que ignoren las malas criticas, no se puede ocultar la realidad siempre
    besos

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  17. Ayáaa! Chino duele cabeza.
    Ma Ma Lolita Bù hăo. Eyia muchio ma-ma-ju-ju. Òu!
    Xiéxie - I Tzan

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  18. Levania:
    Sí, comprendo y le agradezco el "tip", como dice Loli, pero la verdad, revivir la pesadilla es bastante pesadito.

    Férula:
    Gracias, y gracias a Gastón, con las tribulaciones que está pasando, el pobre.

    **Za!dm!"":
    Seee... usted se ríe, pero le aseguro que era un horror, y más parecido a Regan que a Chucky. Bueh, la verdad, es mejor tomársela con humor.

    Cris:
    No es triste: es tristísimo. Pero le aseguro que en el relato, trato de ser lo más objetivo posible. De hecho, no soy el único que opina así de ella. Y sí, es lamentable, pero hay muchas así.

    Clari:
    Yo no reniego de "mi lado femenino", que todos los hombres tenemos. Creo que ahí es donde se manifiesta, en verme venir las calamidades.

    El Viejo @gustín:
    La nena toma la pastilla, y se hace cargo... cuando yo no estoy. Cuando estoy, lo hace de mimosa, nomás. No obstante, está muy bien que le pida ayuda a Paulita.

    Samantha:
    Eso sí, lo pudimos superar. Ahora, ¿qué le hace pensar que hoy esta señora ha cambiado de actitud? Si no hace más, es porque ahora no puede porque Loli ya no tiene esa edad, y porque el padre de Loli le para las patas. Por lo que es conmigo, no se mete porque me tiene terror. Ya va a ver porqué.

    Violeta:
    "Vieja chot..." es darle una alivida. Creo que la perversidad que despliega en su locura es tanta, que contamina como el Dengue.

    N. del A.
    Ya se va a enterar... lea después. Y, ¡gracias por seguirnos!

    LaVieEnRose
    Yo tampoco, señorita Piaf, yo tampoco. Mire que le doy vueltas y vueltas, y no entiendo.

    A todos, muchas gracias por sus comentarios.
    Mis respetos,

    El Profesor

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  19. Srita. Amor
    Eso no fue más que una de las tantas que hizo. Diga que ese día... bueno, lea y ya se va a enterar.

    Yemina M.
    No sufra, querida. Ya va, ya va.

    CasiVero
    Gracias por su esfuerzo, muchacha. Pero, si me lo permite, Verónica es un hermoso nombre. De hecho, una de mis hijas se llama así...

    CrazyGirl
    ¿Usted no entiende? Yo, a mi edad, tampoco. Y concuerdo con usted con que nos sacamos las cosas al ponerlas por escrito, pero es que algunas... ¡cuestan tanto escribirlas!

    Lilith
    Para las leyes de aquí (hasta que no se modifique la ley, que está detenida en la Cámara de Diputados), si bien es mayor para votar, no para independizarse aún. Pero creo que de este año, no pasa. ¡Menuda sorpresa se llevará la señora, que ni se lo imagina!

    Susan Mayer:
    No es que vayamos a cambiar nuestra actitud por una encuesta, Susan. Sólo nos picó la curiosidad y por eso la encuesta.

    Wáng Zhào:
    Sí. Ella muy ma-ma-ju-ju.


    A todos, mi agradecimiento por sus comentarios.
    Mis respetos,

    El Profesor

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  20. Uia, no entró mi comentario.
    Bueno, espero que entre el que dejé en la parte III.
    Besotes!!

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Lolita y El Profe